viernes, 27 de septiembre de 2019

No pierdas la cabeza, la humildad es lo grande de Dios para ti.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, puesto en tu presencia quiero expresarte el gran deseo que tengo de vivir cada vez más a tu lado. Descubro que tengo hambre de Dios, y es en la oración donde saciar esa necesidad al encontrarme contigo. Ayúdame para que esta oración me haga crecer en la fe, la esperanza y la caridad.

Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 43-45

En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: "Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.
Palabra del Señor.


Reflexión

1)   Lo admiraban:
En esta vida mucha gente te admirará y te tirará flores, pero no te la creas porque eso te puede traer dificultades. Hay que tener cuidado porque los que te quieren no dimensionan hasta dónde pueden animarte y hasta dónde pueden envenenarte, no mal interpretes, pero hasta yo trato de cuidarme para no creérmela; si no, la soberbia se pega rápido y es difícil sacarla.

Cuando te alaben no digas nada, anima pero no dejes que te tome sino ya harás las cosas para la alabanza hacia tu persona.

2) Recordar:
Jesús constantemente recuerda el camino, por dónde va la cosa, eso es fundamental para no envenenarte de la vanagloria, recordar por dónde va caminando, tener bien los pies en la tierra. De esto nunca te apartes… tienes que recordar quién eres y cuáles son tus debilidades, tu historia y tu caminar. Tienes que tener bien los pies en la tierra y recordar de dónde vienes para no dejarte llevar por alabanzas que te pueden hacer subir los humos, y mira… no hay nada más pedante de conversar con una persona creída que en la conversación te tira su currículum encima y todos los reflectores siempre apuntan a ella o a él.

3) Estrategias:
Para no caer en ello cuida la humildad.
Trata de pasar desapercibido en cuanto puedas y no cuentes a todo el mundo lo que haces, que ellos lo descubran.

Te comparto esta oración que debemos diariamente, capaz que te sirva:

¡Oh Jesús! Manso y Humilde de Corazón, escúchame:
del deseo de ser reconocido, líbrame Señor
del deseo de ser estimado, líbrame Señor
del deseo de ser amado, líbrame Señor
del deseo de ser ensalzado, ….
del deseo de ser alabado, …
del deseo de ser preferido, ….
del deseo de ser consultado,
del deseo de ser aprobado,
del deseo de quedar bien,
del deseo de recibir honores,
del temor de ser criticado, líbrame Señor
del temor de ser juzgado, líbrame Señor
del temor de ser atacado, líbrame Señor
del temor de ser humillado, …
del temor de ser despreciado, …
del temor de ser señalado,
del temor de perder la fama,
del temor de ser reprendido,
del temor de ser calumniado,
del temor de ser olvidado,
del temor de ser ridiculizado,
del temor de la injusticia,
del temor de ser sospechado,
Jesús, concédeme la gracia de desear:
-que los demás sean más amados que yo,
-que los demás sean más estimados que yo,
-que, en la opinión del mundo, otros sean engrandecidos y yo humillado,
-que los demás sean preferidos y yo abandonado,
-que los demás sean alabados y yo menospreciado,
-que los demás sean elegidos en vez de mí en todo,
-que los demás sean más santos que yo, siendo que yo me santifique debidamente.


Para la reflexión personal

a.    ¿Cómo combinas en tu vida el sufrimiento y la fe en Dios?

b.    En tiempo de Jesús había contrastes: la gente pensaba y esperaba de una forma, mientras que las autoridades religiosas pensaban y esperaban de otra forma. Hoy existe ese mismo contraste ¿en tu vida?.

Medita con este canto



Pidámosle a María que nos ayude a vivir el perdón en nuestra vida rezando esta oración:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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