+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
me emociona el testimonio de Esteban, el primero que dio la vida por Jesús.
Pedro puede presumir de haber sido el primer papa. Y Esteban el primero
que, entregando la vida, le demostró a Jesús todo lo que le quería. Se jugó la
piel, se jugó el tipo, se jugó la vida por Él. Fue el primero porque tenía
prisa por imitarte en todo, también en tu muerte. Que mi vida, Señor, sea un
testimonio auténtico de fe.
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el
padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán;
todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se
salvará".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
El
martirio de san Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo,
entra de lleno en la teología de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús vino al
mundo para derramar su Sangre por nosotros. Esteban fue el primero que derramó
su sangre por Jesús. Leemos en este Evangelio como Jesús mismo lo anuncia: «Les
entregarán a los tribunales y (…) serán llevados ante gobernadores y reyes,
para que den testimonio». Precisamente “mártir” significa exactamente esto:
testigo.
Este testimonio de
palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de
vuestro Padre (…) hablará en vosotros ». Tal como leemos en los “Hechos de los
Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección
magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que
todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo
que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas.
En la narración de
su martirio encontramos una bellísima alusión trinitaria: «Esteban, lleno del
Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de
pie a la diestra de Dios». Su experiencia fue como una degustación de la Gloria
del Cielo. Y Esteban murió como Jesús, perdonando a los que lo inmolaban:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60); rezó las palabras del
Maestro: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 34).
Pidamos a este
mártir que sepamos vivir como él, llenos del Espíritu Santo, a fin de que,
fijando la mirada en el cielo, veamos a Jesús a la diestra de Dios. Esta
experiencia nos hará gozar ya del cielo, mientras estamos en la tierra.
Para la reflexión personal
a) ¿De
qué manera los cristianos de hoy podemos llegar a vivir alguna de las
situaciones que describe el texto?
b) ¿En
qué ocasiones hemos experimentado el rechazo de alguien por nuestra fe? ¿Nos ha
pasado esto en el seno de la propia familia?
c) San
Esteban murió perdonando a los que le apedreaban. ¿Cómo reaccionaríamos ante
alguien que nos ofendiera por el hecho de ser cristianos?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: imagino
tu sufrimiento cuando te enterabas de que alguno de los discípulos de tu Hijo
padecía persecución por la causa de Cristo. Era lo mismo que revivir la Pasión
del Señor, paso a paso, ya que nos habías recibido a todos en la Cruz. Somos
tus hijos.
Pero
también tenías muy presente lo que sucedió el día de Pentecostés, cuando el
Espíritu Santo los llenó a todos con sus dones. Estabas segura de que no les
iba a faltar la gracia para dar testimonio, ni el amor y la fortaleza para dar
su vida, hasta el martirio.
Virgen
fiel: ayúdame a mantenerme firme en la persecución, y a dar testimonio, con
palabras y con obras, de mi fidelidad a Cristo.
Amén.
+ En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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