lunes, 28 de diciembre de 2020

Los Santos Inocentes

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Dios mío, la lectura de este evangelio me horroriza. Y más todavía al constatar que Herodes sigue vivo y que siguen muriendo millones de niños inocentes en pleno siglo XXI. Haz que, en este día, los cristianos del mundo entero reaccionemos contra la cultura de la muerte y con Jesús, que es la Vida, luchemos por conseguir el sueño de Dios al enviar su Hijo al mundo: “que todos sus hijos tengamos vida y la tengamos en abundancia”. ¡Ayúdanos, Señor!

 

Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".


José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.

Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto».

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

 

Para la reflexión personal

 

a)   ¿Cómo nos puede ayudar el ejemplo de san José en nuestra vida cristiana?

 

b)   ¿Cuál puede ser la enseñanza que nos transmite este pasaje de los niños inocentes?

 

c)   ¿Qué podemos hacer para evitar la injusticia de las personas que, por mantener su poder, su rango, su puesto, son capaces de pisar, perjudicar, hacer mal a los demás? ¿En qué medida usamos nuestra autoridad para pisar y no para hacer crecer a los demás?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/z3jgf

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: tu corazón de madre habrá sufrido mucho con la muerte de aquellos inocentes. Eso fue parte de lo que te había anunciado el anciano Simeón, de que una espada de siete filos te traspasaría el alma. Ya desde recién nacido tu Hijo era signo de contradicción.

Tu inmaculado corazón sigue sufriendo ahora ante la muerte de tantos niños inocentes. Te duele de manera especial cuando son las mismas madres las que le quitan la vida a sus hijos.

¡Cuántas vocaciones de entrega a Dios truncadas desde el seno materno! ¡Cuántas vidas que no llegan a alabar a tu Hijo, porque el pecado de los hombres lo han impedido!

Tú entregaste la vida inocente de tu Hijo para la salvación de todos los hombres. Yo comparto tu dolor, y pido tu protección, para salvar mi vida espiritual y para que cumpla bien con mi misión, cumpliendo la voluntad de tu Hijo, para reconducir a los hombres a Dios.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

No hay comentarios.:

La vida pasa rápido

  Esta vida pasará rápido,  no pelees con la gente,  no critiques tanto tu cuerpo. No te quejes tanto. No pierdas el sueño por las facturas....