jueves, 15 de abril de 2021

El que viene de lo alto, está por encima de todos.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, al estar contigo este momento de oración quiero afirmarme en mi realidad de ser persona abierta al mundo de Dios. Un mundo cerrado en mí mismo o en las cosas de este mundo es un mundo pequeño, finito, intrascendente. El hombre está hecho de barro y de un soplo divino. El barro nos ata a las realidades de este mundo y el soplo nos supera y nos apunta a un mundo invisible pero maravilloso. “Hay algo en el hombre que supera al hombre mismo”. Y yo, en mi oración, soy testigo de que eso es verdad. Gracias, Señor.

 

Del santo Evangelio según san Juan 3, 31-36


El que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.

El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él.

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h El Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba», que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.

«El que viene de arriba está por encima de todos», por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído». Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.

Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿Qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿Qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz».

“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él»..., mientras no crea.

 

Para la reflexión personal

 

a)     ¿Qué significa para cada uno de nosotros aceptar o rechazar a Jesús?

 

b)    ¿Qué llamadas nos hace Jesús con su testimonio de Dios?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/ryzab

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Virgen de Guadalupe: tú le diste a san Juan Diego un encargo, y le pediste que subiera al cerro a cortar rosas, fuera de lugar y tiempo; él obedeció, y Dios hizo, por su fe, lo que no ha hecho con ninguna otra nación.

Yo quiero también obedecer siempre, cumplir la voluntad de Dios, pero a veces, por mi fragilidad, no lo consigo. Ayúdame a dar un buen testimonio con mis obras de fe.

¿Qué debemos hacer nosotros para tener una fe fuerte, y colaborar así para que la luz de Cristo se irradie por todo el mundo? ¿Cómo debe luchar un sacerdote ante su propia fragilidad?

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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