sábado, 17 de abril de 2021

Soy Yo, no tengan miedo.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, yo que vengo a orar por la mañana, me doy cuenta de que muchas veces estoy, como los discípulos, en el “atardecer”. Se va la luz, llega la noche con su oscuridad y me da miedo. Sí, Señor, te lo confieso: tengo miedo a la vida y, sobre todo, tengo miedo a la muerte. Pero tu palabra me ensancha el corazón cuando hoy me diriges a mí las mismas palabras que a los apóstoles: “Soy Yo, no tengan miedo”. Si Tú eres la Verdad, no tengo miedo a la mentira; si Tú eres la Luz, no tengo miedo a la oscuridad; si Tú eres la Vida, no tengo miedo a la muerte.

 

Del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21


Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.

Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no tengan miedo". Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Jesús nos desconcierta. Estábamos acostumbrados a un Redentor que, presto para atender todo tipo de indigencia humana, no dudaba en recorrer a su poder divino. De hecho, la acción transcurre justo después de la multiplicación de los panes y peces a favor de la multitud hambrienta. Ahora, en cambio, nos desconcierta un milagro —el hecho de andar sobre las aguas— que parece, a primera vista, una acción de cara a la galería. ¡Pero no!, Jesús ya había descartado el uso de su poder divino para buscar el lucimiento o el provecho personal cuando al inicio de su misión rechazó las tentaciones del Maligno.

Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad.

«No teman», les decía Jesús en aquella ocasión. «Confíen, yo he vencido al mundo», les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengan miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.

Las mismas palabras que Jesús dirigía a Pedro y a los Apóstoles las repetía San Juan Pablo II, sucesor de Pedro, al inicio de su pontificado: «No tengan miedo». Era una llamada a abrir el corazón, la propia existencia al Redentor para que con Él no temamos ante los embates de los enemigos de Cristo.

Ante la personal fragilidad para llevar a buen puerto las misiones que el Señor nos pide (una vocación, un proyecto apostólico, un servicio...), nos consuela saber que María también —criatura como nosotros— oyó las mismas palabras de parte del ángel antes de afrontar la misión que el Señor le tenía encomendada. Aprendamos de ella a acoger la invitación de Jesús cada día, en cada circunstancia.

 

Para la reflexión personal

 

a)    Desde nuestra pertenencia eclesial, ¿en qué momentos experimentamos la presencia de Jesús, que calma nuestros miedos?

 

b)   ¿Cómo podemos afrontar los «vientos contrarios»?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/40ehc

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre de la Iglesia, Estrella del Mar: nos da mucha seguridad poder acudir a tus brazos maternales en momentos de dificultad, de vientos contrarios que se nos presentan en la vida. Qué pena que nos entre miedo cuando nos damos cuenta de que es el mismo Jesús el que no sólo permite eso, sino que se hace presente y nos pide algo que cuesta.

Ayúdanos a crecer en confianza en Jesús, para que podamos mantenernos seguros en la barca de Pedro, dando testimonio con nuestro ejemplo, conscientes también de que para el pueblo de Dios nosotros mismos somos Cristo que pasa a su lado, llevándoles la alegría y la paz con nuestra oración y la predicación de la Palabra.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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