martes, 1 de junio de 2021

Den a Dios lo que es de Dios.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, hoy me impresionan tus palabras a los saduceos: ¡Estáis equivocados! Y no se trata de un error cualquiera sino de un error con gravísimas consecuencias: el de vivir sin esperanza, sin ilusión, sin perspectiva de Resurrección. Señor, también hoy día hay muchos, muchísimos hombres y mujeres de este mundo que están contagiados de este mismo error, incluso entre cristianos. Que la luz de tu Resurrección los ilumine y les haga pensar que nuestro Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.

 

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17


En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a Él y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?". Jesús, notando su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea". Se la trajeron y Él les preguntó: "¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?". Le contestaron: "Del César". Entonces les respondió Jesús: "Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Y los dejó admirados.

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy, de nuevo nos maravillamos del ingenio y sabiduría de Cristo. Él, con su magistral respuesta, señala directamente la justa autonomía de las realidades terrenas: «Den al César, lo que es del César».

Pero la Palabra de hoy es algo más que saber salir de un apuro; es una cuestión que tiene actualidad en todos los momentos de nuestra vida: ¿qué le estoy dando a Dios?; ¿es realmente lo más importante en mi vida? ¿Dónde he puesto el corazón? Porque... «Donde esté su tesoro, allí estará también su corazón».

En efecto, según san Jerónimo, «tienen que dar forzosamente al César la moneda que lleva impresa su imagen; pero ustedes entreguen con gusto todo su ser a Dios, porque impresa está en nosotros su imagen y no la del César». A lo largo de su vida, Jesucristo plantea constantemente la cuestión de la elección. Somos nosotros los que estamos llamados a elegir, y las opciones son claras: vivir desde los valores de este mundo, o vivir desde los valores del Evangelio.

Siempre es tiempo de elección, tiempo de conversión, tiempo para volver a “resituar” nuestra vida en la dinámica de Dios. Será la oración, y especialmente la realizada con la Palabra de Dios, la que nos vaya descubriendo lo que Dios quiere de nosotros. El que sabe elegir a Dios se convierte en morada de Dios, pues «si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él». Es la oración la que se convierte en la auténtica escuela donde, como afirma Tertuliano, «Cristo nos va enseñando cuál era el designio del Padre que Él realizaba en el mundo, y cual la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio». ¡Sepamos, por tanto, elegir lo que nos conviene!

 

Para la reflexión personal

 

Este evangelio nos puede servir para meditar sobre nuestras obligaciones espirituales y sociales.

 

a)    ¿De qué forma los cristianos podemos ofrecer nuestra colaboración a la construcción de una sociedad más justa y solidaria?

 

b)   A Dios hay que darle lo que es suyo. ¿Cómo vivimos cada día con el recuerdo de Dios en nuestra jornada cotidiana?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/3l9tq

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: Jesús dio la respuesta perfecta a la pregunta capciosa que le hicieron, y se sirvió para ello de la imagen del César. Y a mí me hace pensar en la imagen de Dios de la que habla el libro del Génesis en el relato de la Creación.

El pecado original y todos los pecados de los hombres han dañado esa imagen de Dios impresa en el alma por querer divino. Tú eres la mujer pensada por el Creador cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Tu Hijo vino al mundo para saldar la deuda debida por el pecado, y así recuperar para la humanidad la perfección perdida.

Reconozco que yo, sacerdote, debo ser un fiel instrumento en manos de Dios, para administrar eficazmente la gracia en favor de los hombres, puliendo y tallando cada alma, cada oveja de mi rebaño, para que recupere en su alma la verdadera imagen de Dios.

Ayúdame, Madre, para ser muy dócil al Espíritu Santo, y primero me convierta yo, para poder cumplir muy bien con mi misión dando fruto, y que ese fruto permanezca.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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