viernes, 18 de junio de 2021

Tus ojos son la luz.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, en el evangelio de este día nos hablas de un tesoro. Y para mí, el único tesoro de mi vida eres Tú. Me pregunto: ¿Y qué pasaría de mí si Tú no estuvieras? Mi vida sería una vida malograda, una vida sin sentido. ¿Dónde dirigir mi mirada si no pudiera verte?  ¿Dónde inclinar mis oídos si no pudiera oírte? ¿Hacia dónde elevar mis brazos si no fueras mi norte? ¿En quién inclinaría mi cabeza cansada si tu corazón estuviera ausente?  Sólo en Ti descansa mi alma.

 

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.


Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy, el Señor nos dice que «la lámpara del cuerpo es el ojo». Santo Tomás de Aquino entiende que con esto —al hablar del ojo— Jesús se refiere a la intención del hombre. Cuando la intención es recta, lúcida, encaminada a Dios, todas nuestras acciones son brillantes, resplandecientes; pero cuando la intención no es recta, ¡que grande es la oscuridad!

Nuestra intención puede ser poco recta por malicia, por maldad, pero más frecuentemente lo es por falta de sensatez. Vivimos como si hubiésemos venido al mundo para amontonar riquezas y no tenemos en la cabeza ningún otro pensamiento. Ganar dinero, comprar, disponer, tener. Queremos despertar la admiración de los otros o tal vez la envidia. Nos engañamos, sufrimos, nos cargamos de preocupaciones y de disgustos y no encontramos la felicidad que deseamos. Jesús nos hace otra propuesta: «Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben». El cielo es el granero de las buenas acciones, esto sí que es un tesoro para siempre.

Seamos sinceros con nosotros mismos, ¿en qué empleamos nuestros esfuerzos, cuáles son nuestros afanes? Ciertamente, es propio del buen cristiano estudiar y trabajar honradamente para abrirse paso en el mundo, para sacar adelante la familia, asegurar el futuro de los suyos y la tranquilidad de la vejez, trabajar también por el deseo de ayudar a los otros... Sí, todo esto es propio de un buen cristiano. Pero si aquello que tú buscas es tener más y más, poniendo el corazón en estas riquezas, olvidándote de las buenas acciones, olvidándote de que en este mundo estamos de paso, que nuestra vida es una sombra que pasa, ¿no es cierto que —entonces— tenemos el ojo oscurecido? Y si el sentido común se enturbia, «¡qué oscuridad habrá!».

 

Para la reflexión personal

 

a)    ¿Cómo ves tus debilidades?

 

b)   ¿Te acontece el considerarlas como el instrumento y el lugar de la misericordia, sobre todo cuando se sabe asumir?

 

c)   ¿No sabes que pueden ser el instrumento con el cuál Dios evangeliza tu corazón, te salva, te perdona, y te hace nacer al amor con el amor?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/kz50p

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre nuestra: tú nos has traído a la tierra el más grande tesoro, tu Hijo Jesús, que se ha quedado con nosotros en la Sagrada Eucaristía y en su palabra de vida. Enséñanos a enriquecer nuestro corazón en esta vida con esos tesoros, para gozar también de Él en la vida eterna.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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