+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
te confieso que no había caído en la cuenta de lo que significa ser verdadero
profeta. San Juan se jugó el tipo por ser consecuente con lo que predicaba.
Pienso, Señor, que, en la Iglesia de hoy, sobran sacerdotes y faltan profetas.
Los sacerdotes tienden a conservar el pasado, a ir haciendo lo que siempre se
ha hecho. No hay riesgo, ni aventura, ni novedad. Los profetas son
audaces y, en los momentos de dificultad, saben estar en la brecha. Y así
pueden anunciar el futuro.
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
En
aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus
cortesanos: "Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y
por eso actúan en él fuerzas milagrosas".
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero
llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y
le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada
por su madre, le dijo: "Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el
Bautista".
El
rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los
invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la
cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y
ella se la llevó a su madre.
Después
vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego
fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, la liturgia nos invita a
contemplar una injusticia: la muerte de Juan Bautista; y, a la vez, descubrir
en la Palabra de Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra
fe para llenar de esperanza el mundo.
Les
invito a centrar nuestra reflexión en el personaje del tetrarca Herodes.
Realmente, para nosotros, es un contratestigo pero nos ayudará a destacar
algunos aspectos importantes para nuestro testimonio de fe en medio del mundo.
«Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús». Esta afirmación remarca
una actitud aparentemente correcta, pero poco sincera. Es la realidad que hoy
podemos encontrar en muchas personas y, quizás también en nosotros. Mucha gente
ha oído hablar de Jesús, pero, ¿quién es Él realmente?, ¿qué implicación
personal nos une a Él?
En
primer lugar, es necesario dar una respuesta correcta; la del tetrarca Herodes
no pasa de ser una vaga información: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado
de entre los muertos». De cierto que echamos en falta la afirmación de Pedro
ante la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro le
respondió: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo’». Y esta afirmación no
deja lugar para el miedo o la indiferencia, sino que abre la puerta a un
testimonio fundamentado en el Evangelio de la esperanza. Así lo definía San
Juan Pablo II en su Exhortación apostólica La Iglesia en Europa: «Con toda la
Iglesia, invito a mis hermanos y hermanas en la fe a abrirse constante y
confiadamente a Cristo y a dejarse renovar por Él, anunciando con el vigor de
la paz y el amor a todas las personas de buena voluntad que, quién encuentra al
Señor conoce la Verdad, descubre la Vida y reconoce el Camino que conduce a
ella».
Que,
hoy sábado, la Virgen María, la Madre de la esperanza, nos ayude a descubrir
realmente a Jesús y a dar un buen testimonio de Él a nuestros hermanos.
Para la reflexión personal
a) ¿Qué
lección podemos aprender del modo de comportamiento de Juan Bautista?
b) ¿Qué
subrayamos de la actitud de los demás personajes: Herodes, Herodías y Salomé?
c) ¿Cuáles
son las injusticias que se están cometiendo a nuestro alrededor y que deberíamos
denunciar, aunque incomode a la gente?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: sé
que no me va a faltar tu compañía para vencer en todas las batallas. Por eso me
acojo a tu protección, y te pido que me ayudes a mantener muy firme mi
disposición para cumplir la voluntad de Dios, aunque el ambiente sea adverso.
Yo
quiero defender la verdad, que es tu propio Hijo, escucharlo y hacer siempre lo
que Él me dice, porque estoy seguro de que la verdad me hace libre.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy