+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
ayúdame a comprender el valor de lo pequeño, lo sencillo, lo ordinario, lo que
vivo cada día. Que pueda experimentar como Jesús, la experiencia del Padre.
Que, con esa presencia dentro de mi corazón, puedo disfrutar de todo, aún de
las cosas más insignificantes.
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?". Y se negaban a creer en Él.
Entonces, Jesús les
dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su
casa". Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, como ayer, hablar de Dios a
quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san
Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración
no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y
no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se
escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero
justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros
—que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no
provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos
esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo,
como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes
menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se
ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a
nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces)
esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar
o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero
necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la
fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un
poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de
“predicar” a los de casa.
San
Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad
del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un
profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’». Es evidente que
Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra
salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de
perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de
Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.
Para la reflexión personal
a)
¿Cómo
se sitúa Jesús ante el rechazo y el cuestionamiento de sus paisanos?
b)
«No
hizo muchos milagros por su falta de fe». ¿Cómo es nuestro nivel de fe en estos
momentos?
c)
Pensemos
si alguna vez hemos experimentado el rechazo de los demás por decir abiertamente
que somos cristianos. ¿Cómo hemos reaccionado en esas ocasiones?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: ante
el desprecio en mi propia tierra, como le sucedió a Jesús, yo necesito tu
consuelo, tu auxilio, tu cercanía, tu abrazo de madre, para cumplir con mi
misión, sin importarme el qué dirán. ¡Ayúdame!
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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