martes, 24 de agosto de 2021

¿De dónde me conoces?

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, Bartolomé se encontró con Felipe y éste lo llevó a Jesús. Hoy quiero comenzar mi oración dándote gracias por los encuentros que he tenido con hombres y mujeres que me han ayudado en mi camino de fe. ¿Qué hubiera sido de mí si no hubiera sido por mis padres, el párroco de mi pueblo, religiosas, laicos comprometidos?… Gracias, Señor, por tantas personas que pusiste en mi camino y me ayudaron a encontrarme contigo.

 

 

Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José". Natanael replicó: "¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y lo verás". Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: "Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez".


Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Respondió Natanael: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel". Jesús le contestó: "Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Bartolomé. El evangelista san Juan relata su primer encuentro con el Señor con tanta viveza que nos resulta fácil meternos en la escena. Son diálogos de corazones jóvenes, directos, francos... ¡divinos!

Jesús encuentra a Felipe casualmente y le dice «sígueme». Poco después, Felipe, entusiasmado por el encuentro con Jesucristo, busca a su amigo Natanael para comunicarle que —por fin— han encontrado a quien Moisés y los profetas esperaban: «Jesús el hijo de José, el de Nazaret». La contestación que recibe no es entusiasta, sino escéptica: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». En casi todo el mundo ocurre algo parecido. Es corriente que en cada ciudad, en cada pueblo se piense que de la ciudad, del pueblo vecino no puede salir nada que valga la pena... allí son casi todos ineptos... Y viceversa.

Pero Felipe no se desanima. Y, como son amigos, no da más explicaciones, sino dice: «Ven y lo verás». Va, y su primer encuentro con Jesús es el momento de su vocación. Lo que aparentemente es una casualidad, en los planes de Dios estaba largamente preparado. Para Jesús, Natanael no es un desconocido: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». ¿De qué higuera? Quizá era un lugar preferido de Natanael a donde solía dirigirse cuando quería descansar, pensar, estar sólo... Aunque siempre bajo la amorosa mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo momento. Pero para darse cuenta de este amor infinito de Dios a cada uno, para ser consciente de que está a mi puerta y llama necesito una voz externa, un amigo, un “Felipe” que me diga: «Ven y verás». Alguien que me lleve al camino que san Josemaría describe así: buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a Cristo.

 

Para la reflexión personal

 

a)    ¿Cuál es el título de Jesús que más te gusta? ¿Por qué?

 

b)   ¿Tuviste intermediario entre tú y Jesús?

 

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/lzyra

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: la intervención de Felipe aquel día en que Natanael fue llamado al servicio de Jesús fue importante, pero lo decisivo para él fue su encuentro con Cristo, aquella experiencia personal que lo marcó para toda su vida, la que le hizo exclamar aquella fuerte profesión de fe: ¡tú eres el Hijo de Dios! A partir de ese día gritaría al mundo esa verdad que transformó su alma.

Madre, danos a nosotros, tus sacerdotes, la disposición habitual para acudir con humildad a la oración, y a buscar los recursos que nos orienten y dirijan hacia la renovación de nuestras almas, para mantenernos en un constante encuentro con Cristo, en el que nos encontremos con nosotros mismos, y descubramos quiénes somos, para que entendamos que somos personas de carne y hueso, que tenemos hambre y que tenemos sed, que nuestras miserias nos debilitan, pero que Cristo es nuestra fortaleza, y nos alimenta, y nos da de beber; que lo llevamos en la carne y en el alma, porque estamos configurados con Él.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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