+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
Bartolomé se encontró con Felipe y éste lo llevó a Jesús. Hoy quiero comenzar
mi oración dándote gracias por los encuentros que he tenido con hombres y
mujeres que me han ayudado en mi camino de fe. ¿Qué hubiera sido de mí si no
hubiera sido por mis padres, el párroco de mi pueblo, religiosas, laicos
comprometidos?… Gracias, Señor, por tantas personas que pusiste en mi camino y
me ayudaron a encontrarme contigo.
Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En
aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: "Hemos encontrado
a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de
Nazaret, el hijo de José". Natanael replicó: "¿Acaso puede salir de
Nazaret algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y lo verás".
Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: "Éste es un verdadero
israelita en el que no hay doblez".
Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Respondió Natanael: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel". Jesús le contestó: "Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy celebramos la fiesta del
apóstol san Bartolomé. El evangelista san Juan relata su primer encuentro con
el Señor con tanta viveza que nos resulta fácil meternos en la escena. Son
diálogos de corazones jóvenes, directos, francos... ¡divinos!
Jesús
encuentra a Felipe casualmente y le dice «sígueme». Poco después, Felipe,
entusiasmado por el encuentro con Jesucristo, busca a su amigo Natanael para
comunicarle que —por fin— han encontrado a quien Moisés y los profetas
esperaban: «Jesús el hijo de José, el de Nazaret». La contestación que recibe
no es entusiasta, sino escéptica: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». En
casi todo el mundo ocurre algo parecido. Es corriente que en cada ciudad, en
cada pueblo se piense que de la ciudad, del pueblo vecino no puede salir nada
que valga la pena... allí son casi todos ineptos... Y viceversa.
Pero
Felipe no se desanima. Y, como son amigos, no da más explicaciones, sino dice:
«Ven y lo verás». Va, y su primer encuentro con Jesús es el momento de su
vocación. Lo que aparentemente es una casualidad, en los planes de Dios estaba
largamente preparado. Para Jesús, Natanael no es un desconocido: «Antes de que
Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». ¿De qué
higuera? Quizá era un lugar preferido de Natanael a donde solía dirigirse
cuando quería descansar, pensar, estar sólo... Aunque siempre bajo la amorosa
mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo momento. Pero para darse cuenta
de este amor infinito de Dios a cada uno, para ser consciente de que está a mi
puerta y llama necesito una voz externa, un amigo, un “Felipe” que me diga:
«Ven y verás». Alguien que me lleve al camino que san Josemaría describe así:
buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a Cristo.
Para la reflexión personal
a) ¿Cuál es el título
de Jesús que más te gusta? ¿Por qué?
b) ¿Tuviste
intermediario entre tú y Jesús?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: la
intervención de Felipe aquel día en que Natanael fue llamado al servicio de
Jesús fue importante, pero lo decisivo para él fue su encuentro con Cristo,
aquella experiencia personal que lo marcó para toda su vida, la que le hizo
exclamar aquella fuerte profesión de fe: ¡tú eres el Hijo de Dios! A partir de
ese día gritaría al mundo esa verdad que transformó su alma.
Madre,
danos a nosotros, tus sacerdotes, la disposición habitual para acudir con
humildad a la oración, y a buscar los recursos que nos orienten y dirijan hacia
la renovación de nuestras almas, para mantenernos en un constante encuentro con
Cristo, en el que nos encontremos con nosotros mismos, y descubramos quiénes
somos, para que entendamos que somos personas de carne y hueso, que tenemos hambre
y que tenemos sed, que nuestras miserias nos debilitan, pero que Cristo es
nuestra fortaleza, y nos alimenta, y nos da de beber; que lo llevamos en la
carne y en el alma, porque estamos configurados con Él.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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