+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
A pesar de que
Jesús les acaba de decir que el que quiera ser de los suyos tiene que cargar
con la cruz, a pesar de que les ha dicho que el que quiera ser primero sea el
último y el servidor, los apóstoles siguen sin entender. Una vez más, Jesús
tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen empeñados en ser ellos los
que controlen el naciente movimiento en torno a Jesús. Con el pretexto de celo,
buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de problemas planteados en la
comunidad donde se escribe el evangelio.
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: "Hemos visto a uno que
expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo
prohibimos". Pero Jesús le respondió: "No se lo prohíban, porque no
hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal
de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí,
más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino
y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar
manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego
que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te
vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar
de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale
entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar
de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, según el modelo del realizador de
televisión más actual, contemplamos a Jesús poniendo gusanos y fuego allí donde
debemos evitar ir: el infierno, «donde el gusano no muere y el fuego no se
apaga». Es una descripción del estado en el que puede quedar una persona cuando
su vida no la ha llevado allí adonde quería ir. Podríamos compararlo al momento
en que, conduciendo nuestro automóvil, tomamos una carretera por otra, pensando
que vamos bien y vamos a parar a un lugar desconocido, sin saber dónde estamos
y adónde no queríamos ir. Hay que evitar ir, sea como sea, aunque tengamos que
desprendernos de cosas aparentemente irrenunciables: sin manos, sin pies, sin
ojos. Es necesario querer entrar en la vida o en el Reino de Dios, aunque sea
sin algo de nosotros mismos.
Posiblemente, este
Evangelio nos lleva a reflexionar para descubrir qué tenemos, por muy nuestro
que sea, que no nos permite ir hacia Dios, —y todavía más— qué nos aleja de Él.
El mismo Jesús nos
orienta para saber cuál es el pecado en el que nos hacen caer nuestras cosas
(manos, pies y ojos). Jesús habla de los que escandalizan a los pequeños que
creen en Él. “Escandalizar” es alejar a alguien del Señor. Por lo tanto,
valoremos en cada persona su proximidad con Jesús, la fe que tiene.
Jesús nos enseña
que no hace falta ser de los Doce o de los discípulos más íntimos para estar
con Él: «El que no está contra nosotros, está por nosotros». Podemos entender
que Jesús lo salva todo. Es una lección del Evangelio de hoy: hay muchos que
están más cerca del Reino de Dios de lo que pensamos, porque hacen milagros en
nombre de Jesús. Como confesó santa Teresita del Niño Jesús: «El Señor no me
podrá premiar según mis obras (...). Pues bien, yo confío en que me premiará
según las suyas».
Para la reflexión personal
Las imágenes usadas en el evangelio para explicar los
tipos de escándalos nos advierten de la gravedad del pecado frente a la
felicidad del Reino. Las manos manchadas, los pies que andan caminos que alejan
de Jesús y los ojos altaneros o soberbios son incompatibles con el Reino de
Dios.
a)
¿En qué situaciones hemos escandalizado a los que creen en Jesús?
b) ¿Cómo podemos evitar escándalos en
nuestra vida o en la de los demás?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre mía,
Asiento de la Sabiduría: sé que mi formación me debe conducir a parecerme cada
vez más a tu Hijo, porque el sacerdote es Cristo.
Yo te pido
que me lleves de la mano al encuentro de Jesús y, contemplándolo a Él, aprenda
cómo debe ser mi vida sacerdotal.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy