domingo, 7 de noviembre de 2021

Esa pobre viuda, ha dado todo.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Solo cuando das lo último que te queda, demuestras que confías absolutamente. El primer céntimo no indica nada; el último lo expresa todo. Decía S. Ambrosio: “Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros”. “El que se pone a la búsqueda de Dios y vende todo lo que posee excepto el último dinero, es un loco, porque precisamente con el último dinero se compra a Dios” (Proverbio chino).

 

 

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso".


En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h “Estando Jesús sentado”. En el evangelio el estar “sentado” significa que Jesús estaba “enseñando”. Y la enseñanza de Jesús consiste en el contraste de la enseñanza de los escribas y la de la pobre viuda. Con los maestros de Israel, Jesús es muy duro: “Ellos buscan ropajes especiales, recompensas sociales, títulos de grandeza. afán por los lugares destacados, y lo que es peor: el enriquecimiento a costa de las pobres viudas. Frente a éstos está una viuda que sólo tiene dos moneditas de cobre y las entrega sin quedarse nada. ¿Quién es el verdadero maestro?  Y dice Jesús: esa pobre viuda, ella es la que nos da la auténtica lección “desde la vida”. Jesús, como Maestro, se ve reflejado en ella.

1.– La mirada de Dios se recrea en lo poco, en lo pequeño.

En la viuda de Sarepta se habla de “un poco de agua”, “un trozo de pan”, “un puñado de harina”, “un poco de aceite”, “un poco de leña”. Dios creó a Adán, el primer hombre, con “un poco de barro”. Cuando Dios quiere elegir rey para su pueblo, envía al profeta Samuel a casa de Isaí. Por allí van pasando los hijos mayores, robustos, fornidos, pero no era ninguno de ellos el elegido. Y pregunta Samuel: ¿Ya no te quedan más hijos? Sí, “el pequeño, que está cuidando el ganado”. ¡Ése es! Y sigue el texto: «La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón” (1Sam. 16,7). Y a la hora de elegirse una madre no se va a la sabia Grecia o a la opulenta Roma, sino a Nazaret, un pueblo desconocido dentro de la desconocida Palestina. Y ahí se fija en una sencilla y pobre doncella. ¿Qué ha visto Dios en esta muchacha? “La pequeñez de su esclava”.  Y en el evangelio de hoy se fija en “las dos monedas de una pobre viuda”.

2.- ¡Qué a gusto trabaja Dios con lo pequeño! ¡Qué cosas tan bellas y bonitas sabe hacer!

¿Qué hizo Dios con la viuda de Sarepta? ¿Acaso le compensó después con grandes bienes? No. Pero le hizo una promesa: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará”. Las riquezas de los ricos, se acaban; la fama de los poderosos, se destruye; el corazón lleno de grandezas y de vanidades, se vacía. Pero la vida de aquellos que “tienen alma de pobre” siempre está regada por la “acequia de Dios”. De ahí brota un agua subterránea y misteriosa de felicidad.  Allá en el Templo de Jerusalén, estaba “la cámara del tesoro” con 13 cajas o cepillos, a manera de embudos invertidos para que no los pudieran robar. El número 13 estaba destinado a los holocaustos., donde se quemaba toda la ofrenda. Allí depositó la viuda sus monedas. Podía haber entregado una moneda y guardar la segunda para poder comer al día siguiente. Ella, al ofrecer las dos monedas, ofrece a Dios el holocausto de su vida:  con su presente y su futuro. Se abandona en manos de Dios. Ella será modelo de fe en todos los tiempos.  La esencia de la fe consiste en “fiarse de Dios”. Como se fio Abrahán, como se fio María “La creyente”. Como se fio Pablo: “Sé muy bien de quien me he fiado” (2Tim. 1,12).

3.– Y yo, ¿Qué le puedo ofrecer a Dios?

No ofrezcas “de lo que te sobra” pues estarías todavía en el A.T.  Tampoco te limites a dar cosas sin darte a ti mismo. El Samaritano, si se hubiera limitado a dejarle unas monedas a aquel que estaba medio muerto, se hubiera muerto con unas monedas, pero se hubiera muerto. Necesitaba su persona, su cabalgadura para llevarlo al posadero, su interés por hacerle un seguimiento. No te limites a dar “de lo que tienes” sino “de lo que eres”. Durante la vida has de ir desprendiéndote poco a poco de ti mismo..

 

 

Para la reflexión personal

 

a)   ¿Cuándo voy a aprender a dar lecciones con la vida, no sólo con las palabras?

 

b)   Dios creó el mundo “de la nada”. ¿Le doy a Dios mi nada, para que pueda seguir creando en mí cosas admirables?

 

c)    Si soy un bonito regalo de Dios, ¿sé hacer de mi vida un don para los demás?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/62msx

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, su ayuda.

Madre nuestra: tú supiste desprenderte hasta de tu propio Hijo para colaborar en la obra de la redención. Ofreciste tu sufrimiento como corredentora al pie de la Cruz, sabiendo que era muy valioso a los ojos de Dios, como dulce ofrenda para la salvación de todos los hombres.

Enséñanos, Madre, a convertir el sufrimiento en oración, en ofrenda grata a Dios. A darle sentido sobrenatural a todo lo que hacemos, sobre todo a todo lo que dejamos por amor a tu Hijo, para sentir la alegría de la verdadera entrega, y que no haya nada que nos ate a las cosas del mundo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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