+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
¡Oh Dios!, que
has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos
cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna.
Del
santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6
En
aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar
toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el
Reino de Dios y a curar a los enfermos.
Y les
dijo: "No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni
dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan
de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse
el polvo de los pies en señal de acusación".
Ellos
se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y
curando en todas partes.
Palabra
del Señor.
Los cuatro
puntos básicos de la misión.
En el tiempo de Jesús,
había diversos movimientos de renovación: esenios, fariseos, zelotes. Ellos
también buscaban una nueva manera de convivir en comunidad y tenían a sus
misioneros (cf. Mt 23,15).
Pero estos, cuando iban en
misión, iban prevenidos. Llevaban alforja y dinero para cuidar de su propia
comida. Pues no confiaban en la comida de la gente que no siempre era
ritualmente “pura”. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos de
Jesús recibieron recomendaciones diferentes que nos ayudan a entender los
puntos fundamentales de la misión de anunciar la Buena Nueva:
a) Deben ir sin nada. Esto significa que Jesús obliga a confiar en la
hospitalidad. Pues, quien va sin nada, va porque confía en la gente y piensa
que va a ser recibido. Con esta actitud, critican las leyes de la exclusión,
enseñadas por la religión oficial, y por la nueva práctica, mostraron que
tenían otros criterios de comunidad.
b) Deben quedarse hospedados en la primera casa hasta retirarse del lugar.
Esto es, deben convivir de forma estable y no andar de casa en casa. Deben
trabajar como todo el mundo y vivir de lo que reciben a cambio, “pues el obrero
merece su salario”. Con otras palabras, tienen que participar de la vida y del
trabajo de la gente, y la gente los acogerá en su comunidad y compartirá con
ellos casa y comida. Esto significa que deben confiar en el compartir. Esto explica
también la severidad de la crítica contra los que no aceptan el mensaje:
sacudirse el polvo de los pies, como pretexto contra ellos, pues no rechazan
algo nuevo, sino que su propio pasado.
c) Tienen que curar a los enfermos y expulsar los demonios Esto es,
deben ejercer la función de “defensor” y acoger para dentro del clan, dentro de
la comunidad, a los excluidos. Con esta actitud critican la situación de
desintegración de la vida comunitaria del clan y apuntan hacia salidas
concretas. La expulsión de demonios es señal de que el Reino de Dios ha llegado.
d) Tienen que comer lo que el pueblo les da. No pueden vivir separados
con su propia comida, sino que han de aceptar la comunión de mesa. Esto
significa que, en contacto con la gente, no deben tener miedo a perder la
pureza como era enseñada en la época. Con esta actitud critican las leyes de la
pureza en vigor y muestran, por medio de la nueva práctica, que poseen otro
acceso a la pureza, esto es, a la intimidad con Dios.
Estos eran los cuatro
puntos básicos de la vida comunitaria que debían marcar la actitud de los
misioneros que anunciaban la Buena Nueva de Dios en nombre de Jesús: hospitalidad,
compartir, comunión de mesa, y acogida a los excluidos (defensor,
goêl). Si estas cuatro exigencias se cumplen, entonces pueden y deben gritar a
los cuatro vientos: “¡El Reino ha llegado!”. Pues el Reino de Dios que Jesús
nos ha revelado no es una doctrina, ni un catecismo, ni una ley. El Reino de
Dios acontece y se hace presente cuando las personas, motivadas por su fe en
Jesús, deciden convivir en comunidad para así testimoniar y revelar a todos que
Dios es Padre y que, por consiguiente, nosotros, los seres humanos, somos
hermanos unos de otros. Jesús quería que la comunidad local fuera de nueva una
expresión de la Alianza, del Reino, del amor de Dios como Padre, que nos hace a
todos hermanos.
Escucha, medita y actúa
Termina esta oración
rezándole a María:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado
con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente.
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente.
Amén
+
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
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