+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a
ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida
eterna.
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se
enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque
unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y
otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Pero Herodes
decía: "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo
semejantes cosas?" Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Un poco de
historia.
De padre en hijo.
Hay veces en que
se confunden los tres Herodes que vivieron en aquella época, pues los tres
aparecen en el Nuevo Testamento con el mismo nombre:
a) Herodes, llamado el Grande, gobernó sobre Palestina del 37 al 4 antes de
Cristo. Aparece en el nacimiento de Jesús (Mt 2,1). Mató a los niños de Belén
(Mt 2,16).
b) Herodes, llamado Antipas, gobernó sobre Galilea del 4 al 39 después de
Cristo. Aparece en la muerte de Jesús (Lc 23,7). Mató a Juan Bautista (Mc
6,14-29).
c) Herodes, llamado Agripa, gobernó sobre toda Palestina del 41 al 44
después de Cristo. Aparece en los Hechos de los Apóstoles (Hec 12,1.20). Mató
al apóstol Santiago (He 12,2).
Cuando Jesús tenía más o menos cuatro años, murió el rey Herodes. Aquel
que mató a los niños de Belén (Mt 2,16). Su territorio fue dividido entre los
hijos. Arquéalo, uno de sus dos hijos, recibió el gobierno sobre la Judea. Era
menos inteligente que el padre, pero más violento. Solamente en su toma de
posesión fueron masacradas casi 3000 personas, ¡en la plaza del Templo! El
evangelio de Mateo informa que María y José, cuando supieron que este Arquéalo
había asumido el gobierno de Judea, tuvieron miedo de volver por allá y fueron
a morar en Nazaret, en Galilea (Mt 2,22), gobernada por otro hijo de Herodes,
llamado Herodes Antipas (Lc 3,1). Este Antipas quedó en el poder por más de 40
años. Durante los treinta y tres años que Jesús vivió nunca huno cambios en el
gobierno de Galilea.
Herodes el Grande, el padre de Herodes Antipas, había construido la
ciudad de Cesárea Marítima, inaugurada en el año 15 antes de Cristo. Era el
nuevo puerto de desagüe de los productos de la región. Debía competir con el
gran puerto de Tiro en el Norte, y así ayudar para el fomento del comercio en
Samaria y en Galilea. Por esto, desde los tiempos de Herodes el Grande, la
producción agrícola en Galilea empezaba a orientarse no más a partir de las
necesidades de las familias, como era antes, sino desde las exigencias de
mercado. Este proceso de cambio en la economía continuó durante todo el
gobierno de Herodes Antipas, más de cuarenta años, y encontró en él a un
organizador eficiente. Todos estos gobernantes estaban bajo dueño. Quien
mandaba e Palestina, desde el 63 antes de Cristo, era Roma, el Imperio.
Reflexión
El evangelio de
hoy nos presenta la reacción de Herodes ante la predicación de Jesús. Herodes
no sabe situar a Jesús. Había matado a Juan Bautista y ahora quiere
ver a Jesús de cerca.
Hoy escuchamos en el
Evangelio que Juan el Bautista murió decapitado por Herodes, un hombre que lo
admiraba, pero nunca dejó transformar su vida por el testimonio que recibía de
Juan.
¡Cuántas veces nos
parecemos nosotros a Herodes! Las palabras de Jesús nos impresionan, su
testimonio nos conmueve… pero nuestra vida no se transforma. Ante la más mínima
tentación preferimos traicionar a Jesús que provocar un descontento ante quien
nos pide hacer algo que sabemos está mal.
Creer en Jesús implica
seguirlo, por eso, el cristiano no trata de cumplir algunas reglas morales o
aprenderse algunas verdades; el cristiano es una persona que camina su vida con
Jesús, que busca sus huellas en su historia, que discierne la voluntad del
Padre y busca ser fiel dejando transformar su vida.
Medita un
poco, cree demasiado
Para la reflexión personal
1.
Tengo que preguntarme siempre:
¿quién es Jesús para mí?
2.
Herodes quiere ver a Jesús.
Era curiosidad morbosa y supersticiosa. Otros quieren ver a Jesús, porque
quieren encontrar un sentido a la vida. Y ¿qué motivación tengo que me empuja a
ver y a encontrar a Jesús?
– Termina esta oración
rezándole a María:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh
Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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