+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Al
comenzar este momento de oración me pongo en tu presencia, Señor. ¡Qué
confianza saber que siempre estás conmigo! Ilumina mi oración y dame la fuerza
para hacer vida tus enseñanzas.
Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 37-41
En
aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a la casa del
fariseo y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera
cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.
Pero
el Señor le dijo: “Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del
plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad.
¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den
más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el evangelio de hoy
sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel
tiempo.
A pesar de la relación
tensa, había algo familiar entre Jesús y los fariseos.
Convidado a comer en
casa de ellos, Jesús acepta la invitación de comer en casa del fariseo, pero no
cambia su manera de actuar, pues se sienta sin antes lavarse las manos.
En aquel tiempo, lavarse
las manos antes de las comidas era una obligación religiosa, impuesta a la
gente en nombre de la pureza, exigida por la ley de Dios.
El fariseo se extrañó
viendo que Jesús no observa esta norma religiosa.
Y, a pesar de ser
totalmente diferentes, el fariseo y Jesús tenían algo en común: la seriedad de
vida. La forma de vivir de los fariseos
era así: cada día dedicaban ocho horas al estudio y a la meditación de la ley
de Dios, otras ochos horas al trabajo para poder dar de comer a la familia, y
dedicaban otras ocho horas al descanso. Este testimonio serio de su vida
les daba un gran sentido de liderazgo popular.
Los fariseos observaban
la ley al pie de la letra. Miraban sólo la letra y, por esto, eran incapaces de
percibir el espíritu de la ley, el objetivo que la observancia de la ley quería
alcanzar en la vida de las personas. Por ejemplo, en la ley está escrito: “Ama
a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Y ellos comentaban: “Debemos amar al
prójimo, pero sólo al prójimo, a los otros ¡no!”
Y de allí nacía la
discusión sobre la cuestión: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29)
Sólo observa plenamente
la ley de Dios aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca
desde dentro de sí los deseos de “robo y de maldad” que pueden llevar al
asesinato, al robo, al adulterio.
La plenitud de la ley se
realiza en la práctica del amor
Para la
reflexión personal
a) ¿Cómo
practico el diálogo en familia, en el trabajo y en la comunidad?
Medita la oración hecha
canción.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
Oh María, Reina del mundo,
Madre de bondad,
esperamos en tu intercesión,
confiamos a ti nuestras almas.
Acompáñanos cada día
a la fuente de la alegría.
Danos al Salvador,
nosotros nos consagraremos a Ti,
Reina del Amor.
Amén
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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