lunes, 23 de diciembre de 2019

Bendito, sea el Señor Dios de Israel


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Esperando con gozo tu pronta venida, te pido Señor que me ayudes a disponer mi corazón para acogerte y para dejarme iluminar por tu presencia llena de paz y amor.

Hago en silencio un breve examen de conciencia.

Al tomar conciencia de tu profundo amor por mí, me doy cuenta, Señor, de cuántas veces me olvido de ti y vivo como si no existieras. Tu venida, sin embargo, me manifiesta la inmensidad de tu amor, y me llena de confianza en tu misericordia.

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
"Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa alianza.
El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos; lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de Él, todos los días de nuestra vida.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz".
Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.
Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito el Señor Dios de Israel...» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.
«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar...! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!
Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!

Para la reflexión personal

a)   ¿Has experimentado alguna vez la bondad de Dios?

b)   ¿Has experimentado alguna vez el perdón de Dios?


Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Gracias, Señor, por tu presencia en nuestras vidas. Ayúdame a prepararme para acoger con inmenso gozo tu nacimiento, y dame tu gracia para que, como Santa María, de gloria a Dios con toda mi vida. Amén.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

Dios Todo Poderoso,
que derramas hoy sobre nosotros la nueva luz
de tu Verbo encarnado,
en el vientre de María Santísima,
haz que la fe de este misterio
se infunda también en nuestros corazones.
Señor y Dios nuestro,
haz del mismo modo, te rogamos,
que celebrando con alegría la Natividad
de Nuestro Señor Jesucristo,
merezcamos, por una vida digna de Él,
gozar de su presencia.
Amén


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS


Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración nuestra de cada día.
Jóvenes católicos.
Ocarm.

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