miércoles, 25 de diciembre de 2019

San Esteban, mártir, ruega por nosotros.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, así como San Esteban se dejó iluminar por tu Palabra, te pido que me ayudes a tener durante esta oración el silencio interior para dejarme iluminar por Ti.

Hago en silencio un breve examen de conciencia.

Te pido perdón Señor por mis pecados. Ayúdame a confiar en tu amor misericordioso que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente, y que así pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Palabra del Señor.

Reflexión

Cuando todavía estamos saboreando la ternura del niño Dios, celebramos la fiesta del primer mártir: San Esteban. Por eso, el evangelio nos habla de persecuciones, odios y sufrimientos. Parece que no tiene ninguna relación, pero, desgraciadamente, la ternura no sólo causa alegría, también provoca el odio de los violentos.
Nos duele ser incomprendidos por cualquier persona. Sin embargo, nos hiere de una forma especial el rechazo de los más cercanos: de los padres, de los hijos, de los amigos más cercanos, de los que tienen la misma fe o las mismas ideas...
El que persevere hasta el final se salvará. Es fácil amar cuando nos pagan con amor. Cuesta mucho más cuando recibimos indiferencia o críticas. Sólo con la ayuda de Dios podemos perseverar en la adversidad.

Para la reflexión personal

a)   ¿Cómo doy testimonio de ti?

b)   ¿Qué hace de un creyente ser profeta?

c)   ¿Qué me pides como profeta de tu reino?

d)   ¿Qué tipo de profeta soy?

e)   ¿Qué genera en mí ser profeta?

f)     ¿Qué me exige ser profeta?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Señor, hazme profeta.
Hazme profecía.
Señor, que no tema tanto el rechazo
como la esterilidad que produce hacer lo de siempre,
lo que todos, lo que se lleva…
simplemente por evitar el conflicto
y la reacción que provoca escuchar tu Palabra
y ponerla en práctica,
ponerla en práctica y dar testimonio profético
Amén.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

Querida María,
Madre de Jesús y también Madre mía.
Hoy quiero decirte desde el fondo de mi corazón
que te amo mucho
y que me siento muy feliz porque Dios te escogió
para ser la mamá de su Hijo,
que es nuestro Salvador.
¡Qué bueno que le dijiste que sí!
¡Qué bueno que Jesús pudo tener una mamá tan buena y tan linda como tú!
Enséñame, María, a amar a Dios como lo amas tú,
y a decirle siempre sí.
Enséñame a amar a Jesús
y a seguir sus enseñanzas de amor.
Mi deseo más grande es parecerme a ti,
aunque sea solo un poquito,
para que Dios se sienta también muy feliz conmigo.
Amén.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS


Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración nuestra de cada día.
Jóvenes católicos.
Ocarm.

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