+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor
Jesús, así como Juan el Bautista reconoció tu presencia desde el seno de su
madre, te pido yo también que pueda reconocer tus palabras en esta oración, y
dejar que tu venida transforme mi vida.
Hago en silencio un breve examen de conciencia.
Te pido perdón Señor
por mis pecados. Ayúdame a confiar en tu amor misericordioso que siempre
perdona a quien en verdad se arrepiente, y así pueda renovarme en la lucha por
alcanzar la santidad.
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48
En
aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea
y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el
saludo de María, la criatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del
Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de
mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de
gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue
anunciado de parte del Señor".
Entonces
dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo
en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava".
Palabra del Señor.
Reflexión
La
visita del ángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo
Testamento: Sara, madre de Isaac (Gn 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Sam
1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas fue anunciado el
nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de
Dios.
La
narración empieza con una expresión “En el
sexto mes”. Es el sexto mes de embarazo para Isabel. La necesidad
concreta de Isabel, una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer
hijo, con un parto a riesgo, es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella
lo menciona al comienzo (Lc 1,26) y al final de la visita del ángel (Lc
1,36.39).
El
ángel le dice: “¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” Palabras
parecidas fueron dichas a Moisés (Ex 3,12), a Jeremías (Jr 1,8), a Jedeón (Jz
6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. María se
queda extrañada ante este saludo, y tratar de saber el significado de aquellas
palabras. Es realista. Quiere entender. No acepta cualquier inspiración.
El
ángel responde: “¡No temas, María!” Como en la visita del ángel a Zacarías, el
ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: “¡No temas!” Luego el ángel
recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a
nacer y que debe recibir el nombre de Jesús.
Será llamado Hijo del Altísimo y en él se realizará el Reino de Dios. Esta es
la explicación del ángel para que María no tenga miedo.
María
tiene conciencia de la misión que está recibiendo, pero sigue siendo realista.
No se deja embalar por la grandeza de la oferta y mira su condición. Analiza la
oferta a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente
hablando, no es posible: “¡Cómo
podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”
El
ángel explica que el Espíritu Santo, presente en la Palabra de Dios desde el
día de la Creación (Génesis 1,2), consigue realizar cosas que parecen
imposibles. Por esto, el Santo que va a nacer
de María será llamado Hijo de Dios. El
milagro se repite hoy. Cuando la Palabra de Dios es acogida por los pobres,
algo nuevo acontece por el poder del Espíritu Santo. Algo tan nuevo y
sorprendente como que un hijo va a nacer de una virgen o un hijo va a nacer de
una mujer ya entrada en edad como Isabel, de la que todos decían que ¡no podía
tener hijos! Y el ángel añade: “¡Ahí tienes a tu parienta, Isabel: se encuentra
ya en el sexto mes del embarazo!”
La
respuesta del ángel aclara todo para María, y ella se entrega: “¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí
según su Palabra”. María usa para si el título de Sierva, sirvienta
del Señor. Este título viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no
como un privilegio, sino como un servicio a los otros
pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6). Más tarde, Jesús definirá también su misión como
un servicio: “No vine para ser servido,
sino para servir” (Mt 20,28).
¡Aprendió
de su Madre!
Para la reflexión
personal
a) ¿Qué
es lo que más te llama la atención en la visita del ángel Gabriel a María?
b) Jesús
elogio a su madre cuando dice: “Dichosos aquellos que oyen la Palabra y la
ponen en práctica” (Lc 11,28).
c) ¿Cómo
se relacionó María con la Palabra de Dios durante la visita del ángel?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias
Señor Jesús por estar conmigo en esta oración. Ayúdame Buen Señor para que,
siguiendo el ejemplo de tu Madre, pueda acogerte yo en mi interior y salga
también a testimoniarte a todos cuantos te necesitan.
Amén.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
María, Madre, muestra tu
maternidad, derrama sobre nosotros tus hijos tu bondad, tu belleza, tu poder, tu
alegría, tu misericordia, que es el Hijo, fruto bendito de tu vientre, por
quien ella puede mostrarse
Madre para todos sus hijos y llévales
la luz de la vida que brilla de su vientre y que ilumina al mundo a través de
sus estrellas.
Madre que es Madre, siempre Virgen, santa María de
Guadalupe, que se ha mostrado Madre y que no ha hecho cosa igual con ninguna
otra nación.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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