+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Jesús,
te agradezco por tener este momento de oración. Tú sales siempre a mi encuentro
y buscas acercarme a tu Corazón. Ayúdame a que durante esta oración te abra mi
mente y mi corazón, para que tu palabra me ayude a responder cada vez con más
ardor y coherencia a tu amor.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la
tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no
sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes
son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de
un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino
que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que
de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las
buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los
cielos".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy, el Evangelio nos
hace una gran llamada a ser testimonios de Cristo. Y nos invita a serlo de dos
maneras, aparentemente, contradictorias: como la sal y como la luz.
La
sal no se ve, pero se nota; se hace gustar, paladear. Hay muchas personas que
“no se dejan ver”, porque son como “hormiguitas” que no paran de trabajar y de
hacer el bien. A su lado se puede paladear la paz, la serenidad, la alegría.
Tienen —como está de moda decir hoy— “buenas radiaciones”.
La
luz no se puede esconder. Hay personas que “se las ve de lejos”: Santa Teresa
de Calcuta, el Papa, el Párroco de un pueblo. Ocupan puestos importantes por su
liderazgo natural o por su ministerio concreto. Están “encima del candelero”.
Como dice el Evangelio de hoy, «en la cima de un monte» o en «el candelero»
(cf. Mt 5,14.15).
Todos
estamos llamados a ser sal y luz. Jesús mismo fue “sal” durante treinta años de
vida oculta en Nazaret. Dicen que san Luis Gonzaga, mientras jugaba, al
preguntarle qué haría si supiera que al cabo de pocos momentos habría de morir,
contestó: «Continuaría jugando». Continuaría haciendo la vida normal de cada
día, haciendo la vida agradable a los compañeros de juego.
A
veces estamos llamados a ser luz. Lo somos de una manera clara cuando
profesamos nuestra fe en momentos difíciles. Los mártires son grandes
lumbreras. Y hoy, según en qué ambiente, el solo hecho de ir a misa ya es
motivo de burlas. Ir a misa ya es ser “luz”. Y la luz siempre se ve; aunque sea
muy pequeña. Una lucecita puede cambiar una noche.
Pidamos
los unos por los otros al Señor para que sepamos ser siempre sal. Y sepamos ser
luz cuando sea necesario serlo. Que nuestro obrar de cada día sea de tal manera
que viendo nuestras buenas obras la gente glorifique al Padre del cielo (cf. Mt
5,16).
Para la reflexión
personal
a) ¿Cómo
eres y cómo podrías ser sal y luz?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Lo sé.
Soy sal y luz;
sal para salar y luz para alumbrar.
Soy sal y luz;
sal para salar y luz para alumbrar.
Lo mío es deshacerme
como la sal
salando a los demás,
y consumirme como el fuego
alumbrando y calentando a los demás.
salando a los demás,
y consumirme como el fuego
alumbrando y calentando a los demás.
Lo mío es ser salero de
la vida
y clarear el horizonte de la historia,
de la historia cotidiana de cada día.
Lo mío es ser digno hijo tuyo.
y clarear el horizonte de la historia,
de la historia cotidiana de cada día.
Lo mío es ser digno hijo tuyo.
Florentino Ulibarri
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María, nuestra Madre, su maternal ayuda.
Madre
Santísima:
tú sigues actuando desde el
cielo,
colaborando con tu Hijo en la
obra de la Redención.
Como buena Madre,
estás pendiente de lo que
necesitamos tus hijos.
Y sabes que lo que necesitamos
es ser santos,
cumplir con nuestra misión en la
tierra,
cumpliendo la voluntad de Dios.
Dios nos ha elegido a nosotros,
tus hijos predilectos,
para que seamos instrumentos
suyos,
llevando su palabra de vida
y de verdad a todos los rincones
del mundo,
siendo sal y luz.
Intercede por mí
para que sea un instrumento
bueno y fiel.
Sé que cuento con tu ayuda, no
me dejes.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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