domingo, 22 de marzo de 2020

Señor, ven antes de que mi hijo muera.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Gracias, Señor, por todos los dones que me concedes. Te pido que me ayudes a permanecer en tu presencia en estos momentos de oración y que envíes tu Espíritu para que sea Él quien suscite en mi mente y corazón lo que me quieras decir y yo sepa acogerlo con docilidad y confianza.

Hago en silencio un breve examen de conciencia.

Reconozco, Señor, que muchas veces me alejo de Ti y de tu amor. Confío en que tu amor y tu misericordia son siempre más grandes que mi pecado. Te pido que me fortalezcas para amarte cada vez más y seguirte por el camino de la vida.

Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí.
Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo.
Jesús le dijo: "Si no ven ustedes signos y prodigios, no creen". Pero el funcionario del rey insistió: "Señor, ven antes de que mi muchachito muera". Jesús le contestó: "Vete, tu hijo ya está sano".
Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano.
Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: "Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre". El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: ‘Tu hijo ya está sano’, y creyó con todos los de su casa. Éste fue el segundo signo que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.

Reflexión

Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).

Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de teléfono, una carta o un correo electrónico.

Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm, sino que obró el milagro.

La distancia no es ningún problema a la hora de ser generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las fronteras. 

Para la reflexión personal

a)   ¿Cuáles son mis carencias?

b)   ¿Cómo vives tu fe? ¿Confías en la palabra de Jesús o solamente crees en los milagros y en las experiencias sensibles?

c)   Jesús acoge a herejes y forasteros. Yo, ¿cómo me relaciono con las personas?

Medita la oración hecha canción.




ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Gracias, Señor, por esta oración. Te ruego como lo hicieron los apóstoles: creo, Señor, pero aumenta mi fe. Ayúdame a saber poner siempre toda mi confianza en Ti y a ser dócil a tu palabra. 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

Madre mía, maestra de fe: bienaventurada tú, porque creíste, sobre todo cuando estabas al pie de la Cruz. Ayúdame a creer más.
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Padre José Luis Romero Landeros IJS


Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración nuestra de cada día.
Jóvenes católicos.
Ocarm.
Rezandovoy

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