jueves, 23 de julio de 2020

Lo sembrado en tierra buena.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

En este día, Señor, quiero crecer en amor y en confianza en Ti. Sé que cuando estoy a tu lado, voy por el buen camino. Pero quisiera vivir cada vez más cerca Tuyo, porque nos has creado para la comunión y la amistad contigo y sé que mi corazón está sediento de Ti. Que este momento de oración me ayude a conocerte mejor y alimentarme de tu Palabra.

 

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 18-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que A oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

Dios es un agricultor paciente. Los tiempos pertenecen al Padre, porque sólo Él conoce el día y la hora de la siega y la trilla. Dios espera. Y también nosotros debemos esperar sincronizando el reloj de nuestra esperanza con el designio salvador de Dios. Dice Santiago: «Vean como el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías» (St 5,7). Dios espera la cosecha haciéndola crecer con su gracia. Nosotros tampoco podemos dormirnos, sino que debemos colaborar con la gracia de Dios prestando nuestra cooperación, sin poner obstáculos a esta acción transformadora de Dios.

El cultivo de Dios que nace y crece aquí en la tierra es un hecho visible en sus efectos; podemos verlos en los milagros auténticos y en los ejemplos clamorosos de santidad de vida. Son muchos los que, después de haber oído todas las palabras y el ruido de este mundo, sienten hambre y sed de escuchar la Palabra de Dios, auténtica, allí donde está viva y encarnada. Hay miles de personas que viven su pertenencia a Jesucristo y a la Iglesia con el mismo entusiasmo que al principio del Evangelio, ya que la palabra divina «halla la tierra donde germinar y dar fruto» (San Agustín); debemos, pues, levantar nuestra moral y encarar el futuro con una mirada de fe.

El éxito de la cosecha no radica en nuestras estrategias humanas ni en marketing, sino en la iniciativa salvadora de Dios “rico en misericordia” y en la eficacia del Espíritu Santo, que puede transformar nuestras vidas para que demos sabrosos frutos de caridad y de alegría contagiosa.

 

Para la reflexión personal

 

a)     La escucha de la Palabra de Dios, ¿te lleva a la comprensión profunda o permanece sólo como un ejercicio intelectual?

 

b)    ¿Eres corazón acogedor y disponible, dócil para llegar a una comprensión plena de la Palabra?

 

Medita la oración hecha canción.

 

 

https://n9.cl/030f

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a María su maternal ayuda.

 

Madre nuestra: el Espíritu Santo fecundó tu vientre, como tierra buena, digna morada del Verbo de Dios, de quien ha venido para todos los hombres un fruto abundante.

Eres la tierra más pura y fecunda: tierra de María. Tierra buena y fértil, en donde no puede ser sembrada la cizaña.

Tus padres dieron a luz a la Pureza, a la Belleza, a la Inmaculada, a la Siempre Perfecta y Virgen, a la Estrella de Mar y Reina del Cielo y de la Tierra, a la Niña y a la Madre, que guardaría la inocencia y el amor, para ser el Arca en donde se guardan los tesoros de Dios.

Fuiste una niña que creció en el seno de una familia. Después fuiste la Madre que daba a luz y hacía nacer, alimentaba y hacía crecer al fruto bendito de su vientre, por el que todas las naciones serían reunidas, por el que se harían nuevas todas las cosas, por el que los hombres alcanzarían la gloria de Dios.

Entiendo muy bien que en aquella visita familiar a tu prima Isabel tu alma exultara de gozo, dando gracias a Dios, mientras ella bendecía al fruto de tu vientre.

Madre: intercede por mí para que sea tierra buena, y dé fruto abundante para la familia de Dios, que es tu Iglesia.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy


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