+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy quiero profundizar en la virtud de la gratuidad. Quiero dejar de ser un
eterno pedigüeño y dedicarme a darte gracias por tantas gracias que
inmerecidamente he recibido y sigo recibiendo de Ti. Dame también la gracia de
ver a mis hermanos como “un regalo” que tú me das y no como un obstáculo. Que
me sienta siempre como un “don” tuyo y pueda hacer de mi vida “un don para los
demás”.
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1, 7-11
Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola: "Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido".
Palabra del Señor.
Reflexión
h Los fariseos, le
estaban observando. Y Jesús también observa: «Notando cómo los invitados
elegían los primeros puestos». ¡Qué manera tan diferente de observar!
La
observación, como todas las acciones internas y externas, es muy diferente
según la motivación que la provoca, según los móviles internos, según lo que
hay en el corazón del observador. Los fariseos —como nos dice el Evangelio en
diversos pasajes— observan a Jesús para acusarlo. Y Jesús observa para ayudar,
para servir, para hacer el bien. Y, como una madre solícita, aconseja: «Cuando
seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto».
Jesús
dice con palabras lo que Él es y lo que lleva en su corazón: no busca ser
honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No
piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de
quién es Dios: “Dios es amor”.
Por
eso, en Jesús se hace realidad —más que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de
su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres
(…). Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo
nombre» (Flp 2,7.9).
Jesús
es el Maestro en obras y palabras. Los cristianos queremos ser sus discípulos.
Solamente podemos tener la conducta del Maestro si dentro de nuestro corazón
tenemos lo que Él tenía, si tenemos su Espíritu, el Espíritu de amor.
Trabajemos para abrirnos totalmente a su Espíritu y para dejarnos tomar y
poseer completamente por Él.
Para la reflexión personal
a) ¿Cómo
entendemos cada uno la llamada de Jesús a ocupar los últimos puestos?
b) «Porque
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado». ¿En qué
medida es esta sentencia de Jesús una Buena Noticia para los más pobres, para
la gente sencilla y humilde?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es
el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: enséñame
a humillarme haciéndome último, para vivir al servicio del Señor.
Enséñame
a ver el mundo no desde mis ojos, sintiéndome grande, viendo la creación bajo
mis pies, el universo entero conquistado por el hombre, riqueza y placer,
visión científica, ambición humana, gloria terrena, poder finito, felicidad
falsa, pasión pasajera, cuerpo corrupto, ilusión, visión en tinieblas, y al
final sólo muerte; sino desde los ojos de los santos, contemplando el universo,
las estrellas, la naturaleza, las maravillas de la creación, sintiéndome tan
pequeño, tan poca cosa, tan nada, en retrospectiva, del todo a la nada, del
creador al creado, del todopoderoso al necesitado, del omnipotente al
impotente, de la providencia al mendigo, de la misericordia a la miseria, del
Rey al cautivo, de la perfección al pecado, de la gratuidad a la ingratitud, de
la verdad al engaño, de la luz a la obscuridad, del cielo a la tierra, del
Padre al hijo pequeño, que descubre el amor, la deidad, la gracia, el don, la
vida.
Enséñame
Madre, a ser como tú, esclavo del Señor, para que se haga en mí según su
palabra.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy