+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
te pido que sepa desprenderme del dinero. Poco a poco se convierte en un amo
cruel que me esclaviza y me avasalla, hasta el punto de quitarme libertad para
optar por Ti. Lléname de tu amor, ese amor maravilloso que me deja libre para
amarte a Ti y amar a los demás. Señor, sé Tú la verdadera riqueza de mi vida y
desaparecerá en mí el deseo del dinero y de los bienes de este mundo.
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 8-15
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Con el dinero, tan lleno de
injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el
cielo.
El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?
No
hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se
apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes
servir a Dios y al dinero".
Al
oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de
Jesús. Pero él les dijo: "Ustedes pretenden pasar por justos delante de
los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los
hombres es detestable para Dios".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
La fidelidad en lo pequeño está a nuestro alcance. Nuestras jornadas suelen
estar configuradas por lo que llamamos “la normalidad”: el mismo trabajo, las
mismas personas, unas prácticas de piedad, la misma familia... En estas
realidades ordinarias es donde debemos realizarnos como personas y crecer en
santidad. «El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho» (Lc 16,10).
Es preciso realizar bien todas las cosas, con una intención recta, con el deseo
de agradar a Dios, nuestro Padre; hacer las cosas por amor tiene un gran valor
y nos prepara para recibir “lo verdadero”.
¿Viste
cómo alzaron aquel edificio de grandeza imponente?... —¡A fuerza de cosas
pequeñas!».
Examinar
bien nuestra conciencia cada noche nos ayudará a vivir con rectitud de
intención y a no perder nunca de vista que Dios lo ve todo, hasta los
pensamientos más ocultos, como aprendimos en el catecismo, y que lo importante
es agradar en todo a Dios, nuestro Padre, a quien debemos servir por amor,
teniendo en cuenta que «ningún criado puede servir a dos señores, porque
aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al
otro» (Lc 16,13). Nunca lo olvidemos: «Sólo Dios es Dios» (Benedicto XVI).
Para la reflexión personal
a)
¿Hasta qué punto, según la parábola, la posesión de los bienes es algo
censurable?
b)
Además del dinero, ¿qué otros ídolos hoy pueden arrinconar a Dios
en nuestras vidas?
c)
¿Cómo nos situamos cada uno de nosotros ante nuestros propios
bienes materiales? ¿Qué sentimientos o reacciones nos sugiere esta palabra de
Jesús?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: la
palabra de tu Hijo es fuego ardiente que enciende corazones. Quiero imaginarme
con qué fuerza se dirigía a aquellos fariseos, amantes del dinero. No tenía
Jesús ningún temor a enfrentarse con ellos, aunque sabía que querían quitarle
la vida.
Era
la misma fuerza de su palabra con que expulsó a los mercaderes del Templo,
cumpliéndose así lo que estaba escrito: “el celo
de tu casa me devora”.
Pero
también pienso en Jesús crucificado, que, con un hilo de voz dijo “todo está cumplido”.
Y
su sacrificio redentor nos confirma que para servir a Dios se requiere un
desprendimiento total, hasta de la propia vida.
Madre,
te acompaño junto a la Cruz, quiero aprender de Jesús. Dame los tesoros de la
palabra de tu Hijo que guardas en tu corazón.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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