+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy necesito que me enseñes a saber “gritar en mi oración”. Y no es que crea
que estás sordo, ni que estás tan lejos que no me puedas oír. Necesito poner
delante de tus ojos “mi vida desgarrada, mi corazón lacerado, mi alma
dolorida”. A veces, la vida pesa demasiado, nos duele el alma; y cuando duele
el alma es que duele todo. Quisiera en esos momentos duros de la vida, que
vinieras a mí como médico y tocaras mis heridas sangrantes.
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: "¡Hijo de David, compadécete de nosotros!" Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo hacerlo?" Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que se haga en ustedes conforme a su fe". Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: "Que nadie lo sepa". Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
En este primer viernes de
Adviento, el Evangelio nos presenta tres personajes: Jesús en el centro de la
escena, y dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón
esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de
su poder. Estos trazos le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él
podría hacerse cargo de su desgracia?
Los
dos ciegos hacen comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al unísono realizan
una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a quien nombran con el
título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria, provocar la compasión de
Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!».
Jesús
interpela su fe: «¿Creen que puedo hacer eso?». Si ellos se han acercado al
Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz hacen una
bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor». Y Jesús concede la vista a
aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos de
nuestro interior.
Este
tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús
con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia.
Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús». Jesús
viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro corazón, y hacer
que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de oración: tiempo
para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de profesión de fe.
Tiempo de ver y de creer.
Para la reflexión personal
a) ¿Cuáles
son nuestras cegueras? ¿Qué es lo que no vemos?
b) Si
Jesús nos pregunta: «¿Creen que puedo hacerlo?», con sinceridad, ¿qué respuesta
le damos?
c) ¿Qué
haríamos después de ser curados? ¿Contaríamos a los demás lo que Dios hace en
nosotros? ¿Por qué?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: tú
te haces presente al pie de la cruz de cada sacerdote para sostenerlo, para
auxiliarlo, para ayudarlo en su ministerio, para acompañarlo, para protegerlo y
darle seguridad ante las tormentas, las turbaciones y los vientos fuertes.
Jesús
suscitó la fe de aquellos ciegos para que, conforme a esa fe, ellos pudieran
recuperar la vista.
Madre,
ayúdanos a reforzar nuestra visión sobrenatural, para que podamos así llevar la
palabra de tu Hijo al mundo entero.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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