+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
La
liturgia de este Domingo está marcada por la alegría. La alegría de saber que
el Señor ya está cerca. «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios»
decía Isaías. «Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador,” decía María. «Estad
siempre alegres», decía Pablo. Dios está cerca en todos los sentidos. No sólo
tenemos derecho a estar alegres, sino que tenemos la obligación de ser alegres.
Del santo Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Hubo
un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para
dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la
luz, sino testigo de la luz.
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
Él
reconoció y no negó quién era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías". De
nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?" Él les
respondió: "No lo soy". "¿Eres el profeta?". Respondió:
"No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar
una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?" Juan les
contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino
del Señor’, como anunció el profeta Isaías". Los enviados, que pertenecían
a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿Por qué bautizas,
si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?". Juan les respondió:
"Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no
conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle
las correas de sus sandalias". Esto sucedió en Betania, en la otra orilla
del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
La alegría es una característica esencial de la fe. Sentirse amado y salvado
por Dios es un gran gozo; sabernos hermanos de Jesucristo que ha dado su vida
por nosotros es el motivo principal de la alegría cristiana. Un cristiano
abandonado a la tristeza tendrá una vida espiritual raquítica, no llegará a ver
todo lo que Dios ha hecho por él y, por tanto, será incapaz de comunicarlo. La
alegría cristiana brota de la acción de gracias, sobre todo por el amor que el
Señor nos manifiesta; cada domingo lo hacemos comunitariamente al celebrar la
Eucaristía.
El
Evangelio nos ha presentado la figura de Juan Bautista, el precursor. Juan
gozaba de gran popularidad entre el pueblo sencillo; pero, cuando le preguntan,
él responde con humildad: «Yo no soy el Mesías...»; «Yo bautizo con agua, pero
en medio de ustedes está uno a quien no conocen, que viene detrás de mí».
Jesucristo es Aquél a quien esperan; Él es la Luz que ilumina el mundo. El
Evangelio no es un mensaje extraño, ni una doctrina entre tantas otras, sino la
Buena Nueva que llena de sentido toda vida humana, porque nos ha sido
comunicada por Dios mismo que se ha hecho hombre.
Todo
cristiano está llamado a confesar a Jesucristo y a ser testimonio de su fe.
Como discípulos de Cristo, estamos llamados a aportar el don de la luz. Más
allá de esas palabras, el mejor testimonio, es y será el ejemplo de una vida
fiel.
Para la reflexión personal
a) ¿Cómo
estamos dando testimonio de la luz de Cristo en este Adviento?
b) «En
medio de ustedes hay uno a quien no conocen». ¿Qué podemos hacer a nuestro
alrededor para que los demás conozcan a Jesús como el Mesías?
c) ¿Vivimos
con esperanza poniendo nuestra confianza en Cristo, el Salvador, o nos dejamos
llevar de otros «salvadores» que usurpan su nombre?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tú
eres causa de nuestra alegría, y la razón es porque me siento protegido por tu
corazón de madre, y me siento acompañado por tu intercesión poderosa; porque me
basta mirarte para aprender de ti, motivando mi entrega; porque nos trajiste al
mundo al Salvador de todos los hombres.
Imagino
tu alegría camino a Belén, esperando el nacimiento de Jesús. Imagino a San
José, también muy alegre, porque verían sus ojos al Mesías esperado.
Ayúdame
a mí a permanecer alegre esperando la venida del Rey, y a compartir esa alegría
con muchas almas, llevándoles la luz a sus corazones.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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