+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, siempre abierto y generoso y me
liberes de mi propio espíritu ruin y cicatero; un espíritu que pone el
cumplimiento de la ley por encima de la persona. Dame el Espíritu de
Pentecostés, abierto a todos los pueblos y culturas. Que todos hablemos el
mismo lenguaje que entiende todo el mundo: el lenguaje del amor.
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: "Levántate y ponte allí en medio". Después les preguntó: "¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?" Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: "Extiende tu mano". La extendió, y su mano quedó sana. Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes, para matar a Jesús.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo
tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los
demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó
Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado».
Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus
preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la
interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una
interpretación que deja poco lugar a la misericordia.
Jesucristo
ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos
de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que
tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para
poder acusarle». Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia,
constatamos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que creen tener la
verdad de su parte. ¿Experimentaron alegría los fariseos al ver aquel pobre
hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía
más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos
naturales— para mirar de perder a Jesús, ¡curiosa alianza!
Con
su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo
habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido
verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la
esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín:
«Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es
el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.
Para la reflexión personal
a) ¿En qué momentos
hemos tenido que sufrir conflictos por seguir a Jesús?
b) ¿Cómo nos ayudaron
esas situaciones a profundizar en nuestra fe?
c) ¿Qué sentimientos
acompañaron esos momentos de conflicto?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre mía: resulta difícil
entender que los fariseos pusieran restricciones a las obras de caridad “por
ser sábado”. Estaban dispuestos a acusar a Jesús, cuando manifiestamente sus
curaciones eran milagros, obrados por Dios. Como si Dios no pudiera hacer sus
obras en su día de descanso. Todos los días son buenos para hacer el bien.
Desgraciadamente a
veces sucede eso mismo entre los hombres, cuando algunos se olvidan de que
antes que la eficacia está la caridad. Antes de las reglas humanas hay que
vivir el amor -bien entendido eso-, estar dispuestos a dejarnos cribar, para
unirnos al sacrifico de Cristo y hacernos pan con Él.
Y es que el amor es
el primero y más importante de todos los mandamientos. Nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por sus amigos. Es decir, hay que amar, aunque
cueste, aunque haya dificultades, aunque esté de por medio la propia honra.
Jesús sabía que lo querían matar, acusado por los fariseos de violar el sábado.
Madre, a veces yo
me siento débil, me siento pequeño, y me cuesta olvidarme de mí mismo y pensar
en los demás: ¡ayúdame a vencer en todas las batallas!
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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