+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
cómo te tiene que doler el que te veas rechazado por los tuyos y en tu misma
patria. Esos tus paisanos son fundamentalistas y no aceptan una lectura
distinta de la Biblia que la que ellos hacen. Según ellos, todos se equivocan;
incluso el mismo autor que inspiró la Biblia. ¡Qué ceguera! Dame un corazón
abierto para aceptar las opiniones de los demás y, sobre todo, un respeto a los
que opinan de un modo distinto que el mío.
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
En
aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo:
"Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en
Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante
tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta,
ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta
Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de
Siria".
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio de la montaña sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, en el Evangelio, Jesús nos
dice «que ningún profeta es bien recibido en su patria». Jesús, al usar este
proverbio, se está presentando como profeta.
“Profeta”
es el que habla en nombre de otro, el que lleva el mensaje de otro. Entre los
hebreos, los profetas eran hombres enviados por Dios para anunciar, ya con palabras,
ya con signos, la presencia de Dios, la venida del Mesías, el mensaje de
salvación, de paz y de esperanza.
Jesús
es el Profeta por excelencia, el Salvador esperado; en Él todas las profecías
tienen cumplimiento. Pero, al igual que sucedió en los tiempos de Elías y
Eliseo, Jesús no es “bien recibido” entre los suyos, pues son estos quienes
llenos de ira «le arrojaron fuera de la ciudad».
Cada
uno de nosotros, por razón de su bautismo, también está llamado a ser profeta.
Por eso:
1º.
Debemos anunciar la Buena Nueva. Para ello, como dijo el Papa Francisco,
tenemos que escuchar la Palabra con apertura sincera, dejar que toque nuestra
propia vida, que nos reclame, que nos exhorte, que nos movilice, pues si no
dedicamos un tiempo para orar con esa Palabra, entonces sí seremos un “falso
profeta”, un “estafador” o un “charlatán vacío”.
2º
Vivir el Evangelio. De nuevo el Papa Francisco: «No se nos pide que seamos
inmaculados, pero sí que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo
profundo de crecer en el camino del Evangelio, y no bajemos los brazos». Es
indispensable tener la seguridad de que Dios nos ama, de que Jesucristo nos ha
salvado, de que su amor es para siempre.
3º
Como discípulos de Jesús, ser conscientes de que así como Jesús experimentó el
rechazo, la ira, el ser arrojado fuera, también esto va a estar presente en el
horizonte de nuestra vida cotidiana.
Que
María, Reina de los profetas, nos guíe en nuestro camino.
Para la reflexión personal
a) ¿En qué signos o detalles de nuestra sociedad
actual percibimos la incredulidad o falta de fe?
b) A veces hay gente de fuera que nos da lecciones
de fe. ¿Por qué no acabamos de creer y confiar plenamente en el Señor?
c) ¿Qué mensaje de esperanza transmite este
episodio, en que Jesús ofrece la salvación a todos los hombres, judíos y
paganos?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: la misión que yo tengo es muy
grande. Tu Hijo me envía como profeta del amor, para convertir los corazones.
No
ha faltado, en la historia de la Iglesia, que se juzgue a tus enviados, a tus
profetas, a tus sacerdotes, porque nuestra misión, en buena parte, incluye
transmitir la palabra de tu Hijo, que no siempre es bien recibida, porque
compromete.
Necesito
tu protección cuando venga la persecución, la crítica, los falsos juicios. Dame
tu ayuda y tu consuelo, para cumplir muy bien con lo que me pide Dios.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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