+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
En
los relatos de Resurrección aparecen exclamaciones. ¡Es verdad! También se
cantan himnos al Resucitado. Y el himno canta lo que las palabras son incapaces
de expresar. Y se condensa la fe en un credo sencillo:” Si profesas con tus
labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de
entre los muertos, serás salvo”. (Ro. 10,9). Debajo de la corteza de
estos viejos textos, debemos escuchar el gozo y la admiración de una Comunidad
que ha quedado asombrada por este acontecimiento y ha vibrado de emoción y de
entusiasmo.
Del santo Evangelio
según san Juan 20, 1-9
El
primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al
sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la
casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les
dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán
puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En
eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro.
Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre
la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en
sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido
las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy «es el día que hizo el
Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión
del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado
a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado
hasta dar su vida por todos.
Vivamos
la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: celebrémoslo llenos de
alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la
tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida,
la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste!
Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta
plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación»
(Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El
gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío.
Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha
resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo
experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío
en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes
señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro
discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó». Supo
captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y
aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva
vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con
pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» se guiaba por el amor que
había recibido de Cristo.
“Ver
y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos
nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida
vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido.
Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a todo
el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados de
su Resurrección.
Para la
reflexión personal
a) ¿En qué situaciones
nos cuesta más descubrir la presencia de Jesús?
b) ¿Qué supone en
nuestra vida la fe en la resurrección de Jesús?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le
digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
¡Alégrate,
María, Reina del Cielo!: yo
quiero permanecer contigo. Ayúdame a vivir en la alegría de ser Cristo
resucitado y vivo.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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