+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
como hombre, debo reconocer con humildad, el papel tan importante que jugaron
las mujeres en la Resurrección. Y también debemos reconocer el papel
fundamental en el momento de la crucifixión. Ellas fueron las que te
acompañaron en el Calvario; ellas te lloraron y envolvieron tu cuerpo muerto
con el perfume de su cariño. Haz, Señor, que las mujeres ocupen en la Iglesia
el lugar que tú, Jesús, les quisiste dar.
Del santo
Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Después
de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del
sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los
discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se
le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús:
"No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea.
Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos
tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta
versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de
hoy.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, la alegría de la
resurrección hace de las mujeres que habían ido al sepulcro mensajeras
valientes de Cristo. «Una gran alegría» sienten en sus corazones por el anuncio
del ángel sobre la resurrección del Maestro. Y salen “corriendo” del sepulcro
para anunciarlo a los Apóstoles. No pueden quedar inactivas y sus corazones
explotarían si no lo comunican a todos los discípulos. Resuenan en nuestras
almas las palabras de Pablo: «La caridad de Cristo nos urge».
Jesús
se hace el “encontradizo”: lo hace con María Magdalena y la otra María —así
agradece y paga Cristo su osadía de buscarlo de buena mañana—, y lo hace
también con todos los hombres y mujeres del mundo. Y más todavía, por su
encarnación, se ha unido, en cierto modo, a todo hombre.
Las
reacciones de las mujeres ante la presencia del Señor expresan las actitudes
más profundas del ser humano ante Aquel que es nuestro Creador y Redentor: la
sumisión —«se asieron a sus pies» — y la adoración. ¡Qué gran lección para
aprender a estar también ante Cristo Eucaristía!
«No
tengan miedo», dice Jesús a las santas mujeres. ¿Miedo del Señor? Nunca, ¡si es
el Amor de los amores! ¿Temor de perderlo? Sí, porque conocemos la propia
debilidad. Por esto nos agarramos bien fuerte a sus pies. Como los Apóstoles en
el mar embravecido y los discípulos de Emaús le pedimos: ¡Señor, no nos dejes!
Y
el Maestro envía a las mujeres a notificar la buena nueva a los discípulos.
Ésta es también tarea nuestra, y misión divina desde el día de nuestro bautizo:
anunciar a Cristo por todo el mundo, «a fin que todo el mundo pueda encontrar a
Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con
la potencia de la verdad (...) contenida en el misterio de la Encarnación y de
la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella» (San Juan Pablo II).
Para la reflexión
personal
La alegría es uno
de los frutos de la resurrección. Las mujeres salen del sepulcro con mucha
alegría y con temor. Jesús les dice: «No teman». El miedo desaparece, pero la
alegría permanece en el corazón pascual de las mujeres.
a) ¿Qué
nos impide estar alegres en esta Pascua?
b) ¿Cómo
podemos transmitir esa alegría a los demás?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía, maestra de fe: enséñame
y ayúdame a cuidar mi fe, e intercede ante Dios para que me la aumente y sepa
corresponder con obras.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario