+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
quiero que, en este rato de oración, me hagas entender la importancia que dio
la Iglesia primitiva al Espíritu Santo. San Mateo dice: si oran, “El Padre del
cielo les dará cosas buenas” (Mt. 7,11). Pero San Lucas, matiza: si oran, “El
Padre del cielo les dará el Espíritu Santo” (Lc. 11,13). El Espíritu Santo es
el “supremo don” que nosotros podemos pedir y Dios nos puede dar en este mundo.
Dame, Señor, ese Don, lléname de tu Santo Espíritu.
Del santo
Evangelio según san Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: `¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.
Y
cuando El venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de
justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia,
porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe
de este mundo ya está condenado".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy el Evangelio nos ofrece una
comprensión más profunda de la realidad de la Ascensión del Señor. En la
lectura del Evangelio de Juan del Domingo de Pascua, Jesús le dice a María
Magdalena que no se aferre a Él porque «aún no he subido a mi Padre» (Jn
20,17). En el Evangelio de hoy Jesús se da cuenta de que «por haberles dicho
esto, sus corazones se han llenado de tristeza» (Jn 16,6), por eso indica a sus
discípulos que «les conviene que yo me vaya» (Jn 16,7). Jesús debe ascender al
Padre. Sin embargo, todavía está entre nosotros.
¿Cómo
puede irse y quedarse al mismo tiempo? Este misterio lo explicó el Papa
Benedicto XVI: «Y, dado que Dios abraza y sostiene a todo el cosmos, la
Ascensión del Señor significa que Cristo no se ha alejado de nosotros, sino que
ahora, gracias al hecho de estar con el Padre, está cerca de cada uno de
nosotros, para siempre».
Nuestra
esperanza se halla en Jesucristo. Con su conquista sobre la muerte nos dio una
vida que la muerte no podrá nunca destruir, su Vida. Su resurrección es la
verificación de que lo espiritual es real. Nada puede separarnos del amor de
Dios. Nada puede disminuir nuestra esperanza. Las negativas del mundo no pueden
destruir lo positivo de Jesucristo.
El
mundo imperfecto en el que vivimos, un mundo donde sufren los inocentes, puede
conducirnos al pesimismo. Pero Jesucristo nos ha transformado en eternos
optimistas.
La
presencia viva del Señor en nuestra comunidad, en nuestras familias, en
aquellos aspectos de nuestra sociedad que, con todo derecho, pueden ser
llamados “cristianos”, nos confieren una razón para la esperanza. La Presencia
Viva del Señor en cada uno de nosotros nos ha proporcionado alegría. No importa
cuán grande sea el aluvión de noticias negativas que los medios disfrutan
presentándonos; lo positivo del mundo supera con mucho a lo negativo, pues
Jesús ha ascendido.
Él,
en efecto, ha ascendido, pero no nos ha abandonado.
Para la reflexión
personal
a) ¿Cómo
podemos descubrir la acción del Espíritu, que actúa en medio de nuestro mundo?
b) ¿A
través de qué acciones somos continuadores de la «obra de justicia» de Jesús?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía, Causa de nuestra alegría, Esposa de Dios Espíritu Santo: yo
sé que el príncipe de este mundo ya está condenado. No dejes de pisar con tu
planta inmaculada la cabeza del dragón infernal, para que no pueda alejarme
nunca de Jesús.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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