+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Hay
una estrecha vinculación entre la primavera y la Pascua. La primavera es como
el “estallido de la vida”. Una vida que se derrama en miles de árboles y
arbustos; en millones de capullos y flores. El que despertó esta vida no era un
espíritu tacaño sino derrochador. Y de ese derroche, de esa sin medida, de ese
despilfarro brota la belleza de la nueva vida. La Resurrección de Cristo es el
estallido de la Vida. Una vida que estaba concentrada, aprisionada en el cuerpo
de Cristo según la carne y que, en la Resurrección estalla y lo invade
todo. Cristo es “el que vive”. Alejarse de Él es alejarse de la vida,
como el sarmiento que se separa de la vid.
Del santo
Evangelio según san Juan 15, 1-8
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdad vid y mi Padre es
el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, Él lo arranca, y al que da
fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en el, ese da fruto abundante, porque sin mí nada puede hacer. Al que no permanece en mí se le echa afuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y
se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se
manifiesten así como discípulos míos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
El Evangelio
presenta la alegoría de la vid y los sarmientos. Cristo es la verdadera vid,
nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador.
El Padre quiere que
demos mucho fruto. Es lógico. Un viñador planta la viña y la cultiva para que
produzca fruto abundante. Si nosotros montamos una empresa, querremos que
rinda. Jesús insiste: «Yo les he elegido a ustedes, y les he destinado para que
vayan y den fruto».
Eres un elegido.
Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo te ha injertado en la viña que es
Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida cristiana. Posees el elemento
principal para dar fruto: la unión con Cristo, porque «el sarmiento no puede
dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid». Jesús lo dice
taxativamente: «Separados de mí no pueden hacer nada». «Su fuerza no es sino
suavidad; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme» (San
Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido hacer sin Cristo? El fruto que
el Padre espera de nosotros es el de las buenas obras, el de la práctica de las
virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos hace capaces de dar este fruto?
La fe y la caridad, es decir, permanecer en gracia de Dios.
Cuando vives en
gracia, todos los actos de virtud son frutos agradables al Padre. Son obras que
Jesucristo hace a través tuyo. Son obras de Cristo que dan gloria al Padre y se
convierten en cielo para ti. ¡Vale la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si
alguno no permanece en mí [por el pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento,
y se seca; luego (...) los echan al fuego y arden». Es una clara alusión al
infierno. ¿Eres como un sarmiento lleno de vida?
Que la Virgen María
nos ayude a aumentar la gracia para que produzcamos frutos en abundancia que
den gloria al Padre.
Para la reflexión
personal
a) «A
la luz del evangelio, ¿Qué significa para cada uno de nosotros permanecer
unidos a Jesús? ¿Cuáles son las consecuencias de esta unión?
b) ¿Qué
nos impide estar unidos a Jesús?
c) ¿Cuáles
son los frutos que estamos llamados a dar en nuestro ambiente?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tú fuiste un apoyo fuerte para la
primera comunidad cristiana, manteniendo a todos muy unidos en la oración.
Ayúdame a mí a perseverar en el trato con las Divinas Personas, para fortalecer
mi fe, y con obras de fe dar fruto abundante.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario