viernes, 30 de abril de 2021

Yo soy el camino, la verdad y la vida.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, vengo a Ti, a estar contigo. Y lo hago de mañana, con la frescura del amanecer, con la limpieza de la tierra, con la caricia del viento, con el encanto de lo nuevo, lo no usado, lo no manchado, lo no estropeado. Y te pido tener la mente fresca y los oídos bien abiertos para escuchar de Ti unas palabras enternecedoras: “No tengáis miedo, no os turbéis, confiad”- Haz que estas dulces palabras se metan en mi cabeza y sepa guardarlas en mi corazón.

 

Del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy, en este Viernes IV de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, zarandeado tantas veces por un activismo tan enfebrecido como estéril.

Son los nuestros los tiempos de la agitación, el nerviosismo y el estrés. Tiempos en que el Padre de la mentira ha inficionado las inteligencias de los hombres haciéndoles llamar al bien mal y al mal bien, dando luz por oscuridad y oscuridad por luz, sembrando en sus almas la duda y el escepticismo que agostan en ellas todo brote de esperanza en un horizonte de plenitud que el mundo con sus halagos no sabe ni puede dar.

Los frutos de tan diabólica empresa o actividad son evidentes: enseñoreado el “sinsentido” y la pérdida de la trascendencia de tantos hombres y mujeres, no sólo han olvidado, sino que han extraviado el camino, porque antes olvidaron el Camino. Guerras, violencias de todo género, cerrazón y egoísmo ante la vida (anticoncepción, aborto, eutanasia...), familias rotas, juventud “desnortada”, y un largo etcétera, constituyen la gran mentira sobre la que se asienta buena parte del triste andamiaje de la sociedad del tan cacareado “progreso”.

En medio de todo, Jesús, el Príncipe de la Paz, repite a los hombres de buena voluntad con su infinita mansedumbre: «No se turbe su corazón. Creen en Dios: crean también en mí». A la derecha del Padre, Él acaricia como un sueño ilusionado de su misericordia el momento de tenernos junto a Él, «para que donde esté yo estén también ustedes». No podemos excusarnos como Tomás. Nosotros sí sabemos el camino. Nosotros, por pura gracia, sí conocemos el sendero que conduce al Padre, en cuya casa hay muchas estancias. En el cielo nos espera un lugar, que quedará para siempre vacío si nosotros no lo ocupamos. Acerquémonos, pues, sin temor, con ilimitada confianza a Aquél que es el único Camino, la irrenunciable Verdad y la Vida en plenitud.

 

Para la reflexión personal

 

a)    «Yo soy el camino, la verdad y la vida». ¿Qué implicaciones tiene esta afirmación de Jesús para nuestra vida?

 

b)   Según el evangelio, ¿cuál es el camino que lleva a Dios? ¿Cuáles son los caminos que nosotros estamos tomando en estos momentos?

 

c)   «No se inquieten; confíen». ¿Qué nos inquieta actualmente? ¿Cómo resuenan estas palabras de Jesús en medio de nuestras inquietudes y preocupaciones?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/yrisp

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: como Madre de Dios eres el mejor camino para llegar a Él, sobre todo porque desde que fuiste asunta al cielo no puedes sino reflejar la belleza de Dios.

Eres toda hermosa: prepáranos un camino seguro, en el que podamos llevar la cruz de cada día, con alegría, para ser otros Cristos.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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