jueves, 29 de abril de 2021

El que comparte mi pan, me ha traicionado.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Hoy, Señor, quiero que me enseñes a rezar. Yo descubro que en la oración que Tú haces, lo primero que sale de tu boca no es pedir, sino alabar, bendecir, agradecer al Padre. Yo soy un eterno pedigüeño, no hago otra cosa que pedir. Enséñame a ser agradecido, a poner a Dios como centro de mi vida, a saber disfrutar viendo lo grande, lo maravilloso, lo inabarcable que es el Padre. Haz que en la oración lo importante no sea yo ni lo que voy a pedirte, sino Tú, tu belleza, tu encanto, tu cercanía, tu amor. Dame, Señor, tu Santo Espíritu.

 

Del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20

En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.


No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo Soy.

Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy, como en aquellos films que comienzan recordando un hecho pasado, la liturgia hace memoria de un gesto que pertenece al Jueves Santo: Jesús lava los pies a sus discípulos. Así, este gesto —leído desde la perspectiva de la Pascua— recobra una vigencia perenne. Fijémonos, tan sólo, en tres ideas.

En primer lugar, la centralidad de la persona. En nuestra sociedad parece que hacer es el termómetro del valor de una persona. Dentro de esta dinámica es fácil que las personas sean tratadas como instrumentos; fácilmente nos utilizamos los unos a los otros. Hoy, el Evangelio nos urge a transformar esta dinámica en una dinámica de servicio: el otro nunca es un puro instrumento. Se trataría de vivir una espiritualidad de comunión, donde el otro —en expresión de San Juan Pablo II— llega a ser “alguien que me pertenece” y un “don para mí”, a quien hay que “dar espacio”. Nuestra lengua lo ha captado felizmente con la expresión: “estar por los demás”. ¿Estamos por los demás? ¿Les escuchamos cuando nos hablan?

En la sociedad de la imagen y de la comunicación, esto no es un mensaje a transmitir, sino una tarea a cumplir, a vivir cada día: «Dichosos serán si lo cumplen». Quizá por eso, el Maestro no se limita a una explicación: imprime el gesto de servicio en la memoria de aquellos discípulos, pasando inmediatamente a la memoria de la Iglesia; una memoria llamada constantemente a ser otra vez gesto: en la vida de tantas familias, de tantas personas.

Finalmente, un toque de alerta: «El que come mi pan ha alzado contra mí su talón». En la Eucaristía, Jesús resucitado se hace servidor nuestro, nos lava los pies. Pero no es suficiente con la presencia física. Hay que aprender en la Eucaristía y sacar fuerzas para hacer realidad que «habiendo recibido el don del amor, muramos al pecado y vivamos para Dios» 

 

Para la reflexión personal

 

a)    «Para que crean que yo soy». ¿Quién es Jesús para nosotros?

 

b)   «Yo sé muy bien a quiénes he elegido». ¿Cómo estamos viviendo nuestro seguimiento de Jesús?

 

c)   «Serán dichosos si lo ponen en práctica». ¿En qué medida hemos descubierto que en el servicio se halla la felicidad? ¿Cómo lo ponemos en práctica en nuestra vida cotidiana?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/hy4dp

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: tú eres maestra de humildad. Desde el primer momento te reconociste esclava del Señor, y toda tu vida estuviste dispuesta a servir, a obedecer, a vivir la humildad en sus múltiples manifestaciones.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: intercede por mí, para que tenga la humildad necesaria que me dé la disposición del corazón para servir a Dios y a todas las almas. Déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

No hay comentarios.:

La vida pasa rápido

  Esta vida pasará rápido,  no pelees con la gente,  no critiques tanto tu cuerpo. No te quejes tanto. No pierdas el sueño por las facturas....