+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy vengo a rezar con el evangelio de tu discípulo Juan, el discípulo amado, el
que quiere que vayamos a ti por el camino del amor. Ya desde el principio te
pido que me des un corazón grande para poder entender sus palabras que son
tuyas. Dame la fuerza de tu Espíritu para poder llegar a la verdad plena.
Del santo
Evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis
palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he
venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza
y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he
hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta,
sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar.
Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo
como el Padre me lo ha dicho".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, Jesús grita; grita como
quien dice palabras que deben ser escuchadas claramente por todos. Su grito
sintetiza su misión salvadora, pues ha venido para «salvar al mundo», pero no
por sí mismo sino en nombre del «Padre que me ha enviado y me ha mandado lo que
tengo que decir y hablar».
Todavía
no hace un mes que celebrábamos el Triduo Pascual: ¡cuán presente estuvo el
Padre en la hora extrema, la hora de la Cruz! Como ha escrito San Juan Pablo
II, «Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le espera, solo ante
Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de confianza: ‘Abbá,
Padre’». En las siguientes horas, se hace patente el estrecho diálogo del Hijo
con el Padre: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»; «Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu».
La
importancia de esta obra del Padre y de su enviado, se merece la respuesta
personal de quien escucha. Esta respuesta es el creer, es decir, la fe; fe que
nos da —por el mismo Jesús— la luz para no seguir en tinieblas. Por el
contrario, el que rechaza todos estos dones y manifestaciones, y no guarda esas
palabras «ya tiene quien le juzgue: la Palabra».
Aceptar
a Jesús, entonces, es creer, ver, escuchar al Padre, significa no estar en
tinieblas, obedecer el mandato de vida eterna. Bien nos viene la amonestación
de san Juan de la Cruz: «[El Padre] todo nos lo habló junto y de una vez por
esta sola Palabra (...). Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o
querer alguna visión o revelación, no sólo sería una necedad, sino que haría
agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, evitando querer otra
alguna cosa o novedad».
Para la reflexión
personal
a) ¿Qué
imagen de Jesús se revela en el evangelio de hoy?
b) ¿Qué
significa para nosotros caminar en la luz y no en las tinieblas?
c) «Yo
no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo». ¿Qué mensaje de esperanza
transmiten estas palabras de Jesús? ¿Qué consecuencias comporta para nuestra
vida?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre de
la Luz: yo
sé que tú me miras de una manera especial, por mi configuración con Cristo. Él
dijo que es la luz del mundo, y que quien lo sigue no andará en tinieblas. A
nosotros nos pide que brille nuestra luz delante de los hombres.
Me
doy cuenta de que me exige más que a nadie ser ese candelero, para hacer
brillar la luz de Cristo, a través de todas mis tareas, pero, sobre todo, a
través de mi vida, que debe reflejar la de Jesús.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: intercede para que pueda hacerlo bien. Te
pido que me ilumines tú, para que valore más a los sacerdotes. Déjame entrar a
tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario