+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy quiero acercarme al evangelio con un corazón “ensanchado” porque eres Tú
mismo el que me invitas a pedir no sólo vida, sino “vida eterna”. Yo pequeño,
yo frágil, yo caduco, yo mortal, puedo atreverme a pedirte “vida eterna”. Si lo
hago es porque Tú, Señor, me invitas a hacerlo. Gracias, Señor, por esta gran
oferta que me haces: vivir para siempre, amar para siempre, gozar para siempre,
ser feliz para siempre.
Del santo
Evangelio según san Juan 10, 22-30
Por
aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo.
Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón.
Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente".
Jesús
les respondió: "Ya se lo he dicho y no me creen. Las obras que hago en
nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son
de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo
les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano.
Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas
de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy vemos a Jesús que se
«paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón», durante la fiesta de la
Dedicación en Jerusalén. Entonces, los judíos le piden: «Si tú eres el Cristo,
dínoslo abiertamente», y Jesús les contesta: «Ya les lo he dicho, pero no me
creen».
Sólo
la fe capacita al hombre para reconocer a Jesucristo como el Hijo de Dios. San
Juan Pablo II hablaba en el año 2000, en el encuentro con los jóvenes en Tor Vergata, del “laboratorio de la fe”.
Para la pregunta «¿Quién dicen las gentes que soy yo?» hay muchas respuestas...
Pero, Jesús pasa después al plano personal: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?». Para contestar correctamente a esta pregunta es necesaria la “revelación
del Padre”. Para responder como Pedro —«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
vivo»— hace falta la gracia de Dios.
Pero,
aunque Dios quiere que todo el mundo crea y se salve, sólo los hombres humildes
están capacitados para acoger este don. «Con los humildes está la sabiduría»,
se lee en el libro de los Proverbios. La verdadera sabiduría del hombre consiste
en fiarse de Dios.
Santo
Tomás de Aquino comenta este pasaje del Evangelio diciendo: «Puedo ver gracias
a la luz del sol, pero si cierro los ojos, no veo; pero esto no es por culpa
del sol, sino por culpa mía».
Jesús
les dice que si no creen, al menos crean por las obras que hace, que
manifiestan el poder de Dios: «Las obras que hago en nombre de mi Padre son las
que dan testimonio de mí».
Jesús
conoce a sus ovejas y sus ovejas escuchan su voz. La fe lleva al trato con
Jesús en la oración. ¿Qué es la oración, sino el trato con Jesucristo, que
sabemos que nos ama y nos lleva al Padre? El resultado y premio de esta
intimidad con Jesús en esta vida, es la vida eterna, como hemos leído en el
Evangelio.
Para la reflexión
personal
a) Después de leer el evangelio de hoy, ¿qué dudas
nos quedan aún sobre quién es Jesús?
b) Al igual que los fariseos, muchas veces no
acabamos de creer. ¿Con qué dificultades se encuentra nuestra fe hoy?
c) «No pertenecéis a las ovejas de mi rebaño». ¿Cuál
es nuestra actitud ante la gente que no cree? ¿Qué pasos podríamos ir dando
para acercarnos a ellos?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre nuestra: tú eres Maestra de oración. Desde el momento de la encarnación de tu
Hijo Jesucristo estuviste llena del Espíritu Santo, manteniendo un diálogo
constante con la Trinidad y, sobre todo, tuviste un trato muy especial con tu
Hijo Jesucristo, con una oración viva con su Santísima Humanidad.
En el evangelio de hoy escuchamos a Jesús: “ya se
lo he dicho… mis ovejas escuchan mi voz…”. Es Él quien nos habla en la oración,
pero a veces no ponemos la atención debida, y nos cuesta hacer oración.
Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: ayúdanos
a escuchar la voz del Pastor, a mantener un trato constante de amistad con tu
Hijo, para no perderlo jamás. Déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma
conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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