+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
todos los días la prensa nos habla de muertes, violencias, guerras, asesinatos.
Las malas noticias nos agobian. Por eso yo quiero venir hoy a Ti a escuchar tu
evangelio, tu buena noticia. Y tú me la das cuando me dices que “nuestra
tristeza se convertirá en gozo”. Aunque tengamos que sufrir, pasarlo mal, no es
más que “un poco”. La Buena noticia que hoy me das es que “esta tristeza” será
pasajera y “la alegría que me espera será eterna”.
Del santo
Evangelio según san Juan 16, 16-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver". Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: "¿Qué querrá decir con eso de que: `Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?" Y se decían: "¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir".
Jesús
comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: "Están confundidos
porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro
poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán,
mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se
transformará en alegría".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy contemplamos de nuevo la
Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En estos últimos días de
Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra esta Palabra y
entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que se expresa profundamente
en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me verán, y dentro de otro poco
me volverán a ver»— concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de
búsqueda de Dios en nuestra vida cotidiana.
Los
cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer
siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de
nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca
tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su
presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en
alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.
Esta
presencia, así nos lo recordaba San Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta
—específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta
verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra
en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría
cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He
aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo’. (...) La
Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez
que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la
experiencia de los dos discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos
y le reconocieron'».
Pidamos
a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente
eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando
nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz
nuestra búsqueda de Dios.
Para la reflexión
personal
Los discípulos no entienden las palabras de Jesús. Esta misma situación
se describe en diversos pasajes de los evangelios.
a) ¿Qué significado tiene esta frase para nuestra
vida: «Su tristeza se convertirá en gozo»?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre nuestra, Causa de
nuestra alegría: tú eres Madre de Dios y de todos los hombres.
Eres Madre de la Iglesia, y nos cuidas y proteges a todos como cosa tuya. Estás
llena del Espíritu Santo, y consigues que tu divino Esposo derrame su gracia
abundante a través de tu maternidad y de tu compañía.
Por el poder de tu
maternidad divina, te pedimos que nos consigas la gracia en este Decenario para
mantener nuestras disposiciones totales, dejando actuar al Santificador en
nuestra alma como Él quiera.
Madre de Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme
a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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