+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
te agradezco que los evangelios nos hayan llegado sin maquillar. Aquí aparece
una pequeña pugna entre Pedro y Juan. A Pedro le molesta un poco la situación
privilegiada de Juan y le pregunta al Maestro: ¿Y este qué? Y Jesús con todo
cariño le responde: “Y eso a ti, ¿qué te importa?” A Pedro no le molestó esta
respuesta porque sabe todo el amor que Jesús le tiene también a él. Haz, Señor,
que yo respete siempre a mis hermanos con sus cualidades y singularidades. Y
esto sólo lo podré conseguir si hay verdadero amor por medio.
Del santo
Evangelio según san Juan 21, 20-25
En
aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: "Sígueme". Pedro, volviendo la
cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo
que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: `Señor, ¿Quién es el que te va a traicionar?’ Al verlo, Pedro le dijo a Jesús:
"Señor, ¿Qué va a pasar con éste?" Jesús le respondió: "Si yo
quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú,
sígueme".
Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’
Éste
es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y
estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo
Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los
libros que se escribieran.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy leemos el final del
Evangelio de san Juan. Se trata propiamente del final del apéndice que la
comunidad joánica añadió al texto original. En este caso es un fragmento
voluntariamente significativo. El Señor Resucitado se aparece a sus discípulos
y los renueva en su seguimiento, particularmente a Pedro. Acto seguido se sitúa
el texto que hoy proclamamos en la liturgia.
La
figura del discípulo amado es central en este fragmento y aun en todo el
Evangelio de san Juan. Puede referirse a una persona concreta —el discípulo
Juan— o bien puede ser la figura tras la cual puede situarse todo discípulo
amado por el Maestro. Sea cual sea su significación, el texto ayuda a dar un
elemento de continuidad a la experiencia de los Apóstoles. El Señor Resucitado
asegura su presencia en aquellos que quieran ser seguidores.
«Si
quiero que se quede hasta que yo venga» puede indicar más esta continuidad que
un elemento cronológico en el espacio y el tiempo. El discípulo amado se
convierte en testigo de todo ello en la medida en que es consciente de que el
Señor permanece con él en toda ocasión. Ésta es la razón por la que puede
escribir y su palabra es verdadera, porque glosa con su pluma la experiencia
continuada de aquellos que viven su misión en medio del mundo, experimentando
la presencia de Jesucristo. Cada uno de nosotros puede ser el discípulo amado en
la medida en que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo, que nos ayuda a
descubrir esta presencia.
Este
texto nos prepara ya para celebrar mañana domingo la Solemnidad de Pentecostés,
el Don del Espíritu: «Y el Paráclito vino del cielo: el custodio y santificador
de la Iglesia, el administrador de las almas, el piloto de quienes naufragan,
el faro de los errantes, el árbitro de quienes luchan y quien corona a los
vencedores» (San Cirilo de Jerusalén).
Para la reflexión
personal
Una de las claves de este texto está en la frase: «Tú sígueme».
a) ¿Qué supone para cada uno de nosotros escuchar
hoy esta invitación de Jesús?
b) ¿En qué situaciones hemos sentido, al igual que
Pedro, la tentación de criticar otros modos de seguir a Jesús diferentes a los
nuestros?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: el
discípulo amado de Jesús te llevó a vivir a su casa. Aunque el Señor dijo a sus
apóstoles que el Espíritu Santo les enseñaría todas las cosas, seguramente tú
también le enseñaste otras muchas a Juan, porque estabas llena del Espíritu Santo,
y guardabas tantas cosas en tu corazón.
Enséñanos
a nosotros a tratar al Gran Desconocido, a saber pedir, para llenarnos de sus
dones y carismas, y así poder dar fruto abundante. Y tú, ven conmigo a todas
partes y nunca solo me dejes.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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