+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
La
misión cristiana no es una orden sino un fuego interior. Quema mucho para
purificarnos. Arde fuerte, para darnos vida. Nos pone en movimiento para crear
más vida…Quien se deja conducir por el Espíritu descubre que la fuente de la
misión es el amor del Padre. Entonces comienza a sentir “pasión misionera” y
“amor” como Jesús, ante quienes sufren el dolor, la injusticia, la ignorancia,
el hambre, el sinsentido. ..Persona resucitada es la que se deja conducir por
el Espíritu de Dios hacia la aventura, la sorpresa, la novedad, la vida.
Persona resucitada es la que pone vida donde no hay, o la defiende donde está
amenazada”.
Del santo
Evangelio según san Juan 20, 19-23
Al anochecer del
día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se
hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de
alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, en el día de Pentecostés se
realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles.
En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el
Espíritu Santo». La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y
lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así
culmina el misterio pascual.
El
Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y
produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios
construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden
entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo,
los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y
lenguas.
El
Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad,
que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma
interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.
El
primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos
en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante
es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo,
como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron
aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de
cada uno».
Todos
quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente.
Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes
predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es
extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.
El
Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi
alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de
mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso
que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta
celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en
par.
Para la reflexión
personal
Celebrar la
fiesta de Pentecostés es celebrar que el Señor se ha quedado presente entre
nosotros a través de su Espíritu. Este nos impulsa a continuar la misión de
Jesús.
a) ¿Qué
miedos o temores mantienen cerradas nuestras puertas?
b) ¿Qué
dones necesitamos pedir al Espíritu en esta fiesta de Pentecostés?
c) ¿De
qué manera descubrimos el don del Espíritu en nuestra vida cotidiana?
Medita la oración
hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo
a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro,
un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra, Esposa de Dios Espíritu Santo: tú vives llena del Espíritu Santo.
Tu vida junto a Jesús y sus discípulos tuvo que ser un modelo de virtud, un
derroche de amor, de fe, de alegría, de confianza, que llenaba los corazones de
todos los que estaban cerca de ti.
Así
ahora, tú intercedes por nosotros en el cielo para que el Santificador siga
enviando sus dones y carismas al pueblo de Dios, y nosotros los buscamos a
través de ti. Tu Divino Esposo siempre está contigo: enséñanos a saber
tratarlo, para que sintamos su presencia viva.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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