viernes, 11 de junio de 2021

Mirarán al que traspasaron.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, hoy es un día muy bonito porque celebramos la fiesta más grande de todas: la fiesta del corazón. Lo propio del corazón es amar. Un corazón está sano cuando ama mucho y ama bien. Un corazón está enfermo cuando ama poco o ama mal. Celebrar la fiesta de tu corazón es celebrar el inmenso amor que Tú nos tienes. Sí, Jesús, estamos en fiesta porque nos amas tanto. Y eso es lo que nosotros hoy queremos celebrar.

 

Del santo Evangelio según san Juan 19, 31-37

Como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.


Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua. El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Las tres lecturas que ha elegido la liturgia de este día son tan bellas que no me puedo resistir a decir un poco de cada una. Cuando uno lee a Oseas en el capítulo once y no se emociona es que no tiene corazón. Es la idea de un Dios que es Padre y-Madre. Un Dios que llama a su hijo pequeño, le atrae con cuerdas de amor. Le enseña a caminar, lo levanta para besarle, y se inclina como la mamá para dar de mamar a su bebé. Así de tierno, de cariñoso, de encantador, es Dios. En la segunda lectura, San Pablo cae de rodillas ante el Padre que, en Jesús, el Señor, ha derramado todos los tesoros de su amor. Un amor que rebasa todas las medidas. Más alto que lo más alto de los cielos; más ancho que lo más ancho del horizonte; más profundo que lo más profundo de los mares. La medida de su amor es: “que no tiene medida”. Y el evangelio de Juan, el evangelista de la profundidad, el evangelista del Espíritu, nos presenta una escena escalofriante: “Mirarán al que atravesaron”. Aquel que por amor se dejó atravesar, nunca debe ser olvidado, siempre debe ser mirado  por unos ojos enamorados. El que fue elevado a la Cruz por amor, debe atraer a todos a su amor, debe atraer  las miradas de todos los corazones hacia Él.

Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su corazón: Jesús no vino a conquistar a los hombres como los reyes y los poderosos de este mundo, sino que vino a ofrecer amor con mansedumbre y humildad. Así se definió a sí mismo: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Y el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos hoy, es que descubramos cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos experimentar y gustar la ternura de este amor en cada estación de la vida: en el tiempo de la alegría y en el de la tristeza, en el tiempo de la salud y en el de la enfermedad y la dificultad. La fidelidad de Dios nos enseña a acoger la vida como acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor a los hermanos mediante un servicio humilde y manso.

 

 

Para la reflexión personal

En tu oración personal

a)    ¿Qué importancia tiene la contemplación del Corazón atravesado de Jesús?

 

b)   ¿Te dejas involucrar por los símbolos de sangre y del agua que expresan el don misterioso de Dios a tu persona y a la humanidad?

 

c)   ¿Has pensado alguna vez que donde se da el máximo rechazo a Dios y a la muerte de Cristo, comienza, también el momento de la gracia, de la misericordia, del don del Espíritu, de la vida de fe?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/k5mbb

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: te ofrezco mi corazón, contrito y humillado, para que lo renueves, uniéndolo al tuyo. Déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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