martes, 29 de junio de 2021

Tú eres el Mesías.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, en la fiesta de San Pedro me siento limitado como él; pecador como él; pero también muy querido de Ti como él. Haz que, como Pedro, yo también sepa superar mis pecados, mis deficiencias, mis negaciones, por la fuerza de mi sincero amor. Haz que, como Pedro, sienta de cerca tu perdón, tu fiel amistad, tu amor desbordado hacia mí. Y que, con la abundancia de tu amor, sepa yo también amarte con todo mi corazón. 

 

 

Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo cuando llego Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".


Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.

En una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».

Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.

Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.

 

Para la reflexión personal

 

Gracias, Dios mío, porque hoy también me preguntas a mí: ¿Y tú qué piensas de mí?

 

No caben respuestas teóricas.

Yo me siento pobre, pequeño, limitado.

Pecador; pero soy sincero cuando afirmo que Tú Señor, eres mi pan y mi vino; mi aire y mi sol; mi suelo y mi cielo. Sin Ti yo no soy nada; sin Ti me siento totalmente perdido.

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/8s9e

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre de la Iglesia: tú conociste bien y trataste mucho a los discípulos de Jesús. Ellos te veían como madre, y te confiaban sus inquietudes y acudían a ti también para pedir tu consejo, y para que les contaras muchas cosas de Jesús.

De igual manera, conociste sus debilidades, sus faltas de carácter, sus errores, sus limitaciones. Y te dolía cuando comprobabas que no eran lo suficientemente fieles a lo que tu Hijo les pedía. Lloraste mucho cuando viste su traición, cuando lo dejaron solo en el momento más difícil. Y sigues llorando ahora.

Tú sigues cumpliendo con tu misión de madre, y nos consideras a nosotros, tus sacerdotes, como tus hijos predilectos. Conoces nuestras limitaciones, y también conoces nuestros deseos de ser fieles a tu Hijo. Ayúdanos a ser muy fieles a su vicario en la tierra.

Te pido hoy especialmente por el Papa y por sus colaboradores, por todos los obispos del mundo, y por todos los sacerdotes, para que estemos muy atentos a las llamadas de Buen Pastor que nos hace el Santo Padre, para que las sigamos con absoluta fidelidad.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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