+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
El misterio de la
Encarnación se prolonga en el ministerio de la caridad, cuando la comunión
cristiana y cada uno de sus miembros reconoce la dignidad de los pobres,
comparte sus problemas y apoyan sus legítimas aspiraciones. En esta tarea no
basta con recomponer lo roto, es preciso renacer desde una nueva dimensión. Estamos
llamados a ser más, a sentirnos siempre en camino, llegando a
las raíces más hondas de la persona, allí donde acontece la verdadera liturgia
del encuentro.
Del santo Evangelio según san Juan 6, 24-35
En
aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban
Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a
Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿Cuándo llegaste acá?" Jesús les contestó: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello".
Ellos
le dijeron: "¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?"
Respondió Jesús: "La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien
Él ha enviado". Entonces la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué signo
vas a realizar tú, para que lo veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a
comer pan del cielo".
Jesús
les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo;
es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es
aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces
le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó:
"Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que
cree en mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy vemos diferentes actitudes
en las personas que buscan a Jesús: unos han comido el pan material, otros
piden un signo cuando el Señor acaba de hacer uno muy grande, otros se han
apresurado para encontrarlo y hacen de buena fe -podríamos decir- una comunión
espiritual: «Señor, danos siempre de ese pan».
Jesús
debía estar muy contento del esfuerzo en buscarlo y seguirlo. Aleccionaba a
todos y los interpelaba de varios modos. A unos les dice: «Trabajen, no por el
alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna».
Quienes preguntan: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» tendrán
un consejo concreto en aquella sinagoga de Cafarnaúm, donde el Señor promete la
Sagrada Comunión: «Crean».
Tú
y yo, que intentamos meternos en las páginas de este Evangelio, ¿vemos
reflejada nuestra actitud? A nosotros, que queremos revivir esta escena, ¿qué
expresiones nos punzan más? ¿Somos prontos en el esfuerzo de buscar a Jesús
después de tantas gracias, doctrina, ejemplos y lecciones que hemos recibido?
¿Sabemos hacer una buena comunión espiritual: ‘Señor danos siempre de este pan,
que calma toda nuestra hambre’?
El
mejor atajo para hallar a Jesús es ir a María. Ella es la Madre de Familia que
reparte el pan blanco para los hijos en el calor del hogar paterno. La Madre de
la Iglesia que quiere alimentar a sus hijos para que crezcan, tengan fuerzas,
estén contentos, lleven a cabo una labor santa y sean comunicativos. San
Ambrosio, en su tratado sobre los misterios, escribe: «Y el sacramento que
realizamos es el cuerpo nacido de la Virgen María. ¿Acaso puedes pedir aquí el
orden de la naturaleza en el cuerpo de Cristo, si el mismo Jesús nació de María
por encima de las leyes naturales?».
La
Iglesia, madre y maestra, nos enseña que la Sagrada Eucaristía es «sacramento
de piedad, señal de unidad, vínculo de caridad, convite Pascual, en el que se
recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria
futura» (Concilio Vaticano II).
Para la reflexión personal
Nosotros hoy tenemos que preguntarnos con
seriedad: ¿por qué buscamos a Jesús?; ¿Qué esperamos encontrar en él, en su persona
y su mensaje?
a)
«Yo soy
el pan de vida». ¿Qué revela esta frase sobre la identidad de Jesús?
b)
¿Qué
nos motiva a esforzarnos cada día? ¿Dónde tenemos puesto nuestro horizonte?
c)
«El que
viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed».
d)
¿Cómo
podemos ser portadores de esta buena noticia?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre mía, mujer eucarística: ayúdame
a manifestar y contagiar mi fe, adorando a tu Hijo cuando se hace presente en
el altar, con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma, con su Divinidad. Déjame
entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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