+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
A los divorciados
que se sienten creyentes, sólo les quiero recordar una cosa: Dios es
infinitamente más grande, más comprensivo y más amigo de todo lo que puedan ver
en nosotros, los cristianos, o en los hombres de Iglesia. Dios es Dios. Cuando
nosotros no les comprendemos, confíen siempre en Él. Las palabras de Jesús “lo
que Dios ha unido, no lo separe el hombre” nos invitan a defender la exigencia
de la fidelidad que se encierra en el matrimonio. Pero estas mismas palabras,
¿no nos invitan también de alguna manera a no introducir una separación y una
marginación de esos hermanos y hermanas que sufren las consecuencias de su
fracaso matrimonial?” (Estas palabras de
José A. Pagola, dichas hace bastantes años, son plenamente refrendadas por el
Papa Francisco en “Amoris Laetitia”.)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo
a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿Qué debo hacer para conseguir la vida
eterna?". Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué
lees en ella?". El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo
tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has
contestado bien; si haces eso, vivirás".
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: 'Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que
fue asaltado por los ladrones?". El doctor de la ley le respondió:
"El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: ''Anda y haz
tú lo mismo".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el mensaje evangélico señala el camino
de la vida: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, (…) y a tu prójimo
como a ti mismo». Y porque Dios nos ha amado primero, nos lleva a la unión con
Él. La beata Teresa de Calcuta dice: «Nosotros necesitamos esta unión íntima
con Dios en nuestra vida cotidiana. ¿Y cómo podemos conseguirla? A través de la
oración». Estando en unión con Dios empezamos a experimentar que todo es
posible con Él, incluso el amar al prójimo.
Alguien decía que
el cristiano entra en la iglesia para amar a Dios y sale para amar al prójimo.
El Papa Benedicto subraya que el programa del cristiano —el programa del buen
samaritano, el programa de Jesús— es «un corazón que ve». ¡Ver y parar! En la
parábola, dos personas ven al necesitado, pero no paran. Por esto Cristo
reprochaba a los fariseos diciendo: «Tenéis ojos y no veis» (Mc 8,18). Al
contrario, el samaritano ve y para, tiene compasión y así salva la vida al
necesitado y a sí mismo.
Cuando el famoso
arquitecto catalán Antonio Gaudí fue atropellado por un tranvía, algunas
personas que estaban de paso no pararon para ayudar a aquel anciano herido. No
llevaba documento alguno y por su aspecto parecía un mendigo. Seguramente que si
la gente hubiese sabido quién era aquel prójimo, hubiese hecho cola para
auxiliarlo.
Cuando practicamos
el bien, pensamos que lo hacemos por el prójimo, pero realmente también lo
hacemos por Cristo: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de los más
pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron». Y mi prójimo, dice
Benedicto XVI, es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar.
Si cada uno, al ver al prójimo en necesidad, se detuviera y se compadeciera de
él una vez al día o a la semana, la crisis disminuiría y el mundo devendría
mejor. «Nada nos asemeja tanto a Dios como las obras buenas» (San Gregorio de
Nisa).
Para la reflexión personal
Jesús pone de manifiesto en el evangelio de hoy que hay
que amar a Dios de un modo total, y que ese amor se revela en el amor al
prójimo.
a)
¿Quiénes son hoy el sacerdote, el levita y el samaritano? ¿Y el
hombre tendido en medio del camino?
b) ¿Cómo son nuestras actitudes y obras
en lo referente a la caridad con el prójimo?
c)
¿De quién nos está pidiendo el Señor que seamos prójimos?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre mía:
tú eres Reina de la humildad, te reconociste esclava del Señor y, al mismo
tiempo, dijiste a Isabel que tu espíritu se llenaba de gozo porque Dios puso
sus ojos en la humildad de su esclava.
La
humildad es la verdad, y en ese ambiente nació y creció tu Hijo Jesucristo,
quien es especialmente nuestro modelo.
San
Francisco y todos los santos nos enseñan a vivir esa virtud, pero todos han
querido imitar a Jesús, perfecto Dios y perfecto hombre.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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