jueves, 21 de octubre de 2021

He venido a traer fuego a la tierra.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Dame, Señor, tu Espíritu Santo para descubrir el significado profundo de tus palabras que, a primera vista no entiendo. Sé que Tú sólo quieres nuestro bien, luego no quieres castigarnos con fuego. Tú sólo quieres nuestra unión, luego no puedes querer que nos separemos.  Tú sí que quieres demostrarnos el amor que nos tienes. Por eso quieres un bautismo de sangre. “Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él”. ¡Qué maravilloso eres, Señor!

 

Del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!


¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» . Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir, de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver realizados enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!», dijo Jesús.

Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.

¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.

 

 

Para la reflexión personal

 

a)   ¿En qué momentos la fe en Cristo nos ha causado enfrentamientos con amigos y familiares? ¿Cómo hemos solucionado estas tensiones?

 

b)  ¿En qué medida la Iglesia es «signo de contradicción» en medio del mundo debido a su radicalidad evangélica?

 

c)   ¿Qué cosas o aspectos de nuestra existencia cristiana necesitan ser quemados, purificados por Jesús?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/xt3ni

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, su ayuda.

Madre mía: tú supiste mucho de dificultades durante tu vida en la tierra. Ser la madre del Salvador suponía enfrentarse con muchas adversidades. Pero tu fe te llevó a superarlas todas, a tener la seguridad absoluta de que todo estaba en el plan de Dios. Y por eso era bueno.

Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: ayúdame a fortalecer mi fe, para saber llevar mi cruz con la paciencia de los santos. Déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo Jesucristo.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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