martes, 19 de octubre de 2021

Estén listos, con la lámpara encendida.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, hoy tu palabra me ensancha el corazón, me da alegría, me ofrece esperanza. ¿Cómo puedo estar triste esperando a Jesucristo que viene de bodas y me invita a su mesa? ¿Cómo tener miedo a Jesucristo que viene a dialogar individualmente con cada uno de nosotros y a servirnos uno a uno?   ¿Cabe mayor delicadeza? ¿Cabe mayor signo de amistad? ¡Gracias, Señor, por ser como eres!

 

 

Del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy es preciso fijarse en estas palabras de Jesús: «Sean como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran». ¡Qué alegría descubrir que, aunque sea pecador y pequeño, yo mismo abriré la puerta al Señor cuando venga! Sí, en el momento de la muerte seré yo quien abra la puerta o la cierre, nadie podrá hacerlo por mí. «Persuadámonos de que Dios nos pedirá cuentas no sólo de nuestras acciones y palabras, sino también de cómo hayamos usado el tiempo» (San Gregorio Nacianceno).

Estar en la puerta y con los ojos abiertos es un planteamiento clave y a mi alcance. No puedo distraerme. Estar distraído es olvidar el objetivo, querer ir al cielo, pero sin una voluntad operativa; es hacer pompas de jabón, sin un deseo comprometido y evaluable. Tener puesto el delantal significa estar en la cocina, preparado hasta el último detalle. Mi padre, que era agricultor, decía que no se puede sembrar si la tierra está "enfadada"; para hacer una buena siembra hay que pasearse por el campo y tocar las semillas con atención.

El cristiano no es un náufrago sin brújula, sino que sabe de dónde viene, a dónde va y cómo llegar; conoce el objetivo, los medios para ir y las dificultades. Tenerlo en cuenta nos ayudará a vigilar y a abrir la puerta cuando el Señor nos avise. La exhortación a la vigilancia y a la responsabilidad se repite con frecuencia en la predicación de Jesús por dos razones obvias: porque Jesús nos ama y nos “vela”; el que ama no se duerme. Y, porque el enemigo, el diablo, no para de tentarnos. El pensamiento del cielo y del infierno no podrá distraernos nunca de las obligaciones de la vida presente, pero es un pensamiento saludable y encarnado, y merece la felicitación del Señor: «Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!». Jesús, ayúdame a vivir atento y vigilante cada día, amándote siempre.

 

 

Para la reflexión personal

 

a)   ¿Cómo nos preparamos ante el Señor, que está viniendo cada día a nuestra vida?

b)  ¿Cómo preparamos una posible llamada del Señor al Reino eterno?

c)   ¿Qué significa para cada uno de nosotros tener «ceñida la cintura» y «las lámparas encendidas»?

 

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/ex1di

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, su ayuda.

Madre, esperanza nuestra: resulta fundamental tenerte fe y devoción, como una de las diversas maneras de estar preparados para la venida de tu Hijo, porque eres Madre y no vas a permitir que alguno de tus hijos no esté bien dispuesto para ir al encuentro del Señor.

Enséñanos a estar bien preparados, cumpliendo con nuestro deber, haciendo primero oración, después expiación y hasta el final, acción, haciendo lo grande en lo pequeño, como tú hacías, porque las almas grandes tienen en cuenta las cosas pequeñas.

Sé que todo debe hacerse por amor, porque lo que se hace por amor se engrandece, y merece el premio en la vida eterna.

También sé que mi misión de sacerdote implica llevar a muchas almas al cielo. Debo ayudarles a estar preparados. Ayúdame, Madre, para poder cumplir muy bien con esa misión.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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