+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
El texto de Marcos
muestra bien a las claras las dificultades que tenían los discípulos para
entender a Jesús. Seguían pensando en un Mesías político, buscaban carteras
ministeriales, querían triunfar por el poder, el prestigio… se habían arrimado
al carro del que pensaban que iba a ganar.
Esta situación se
prolonga dramáticamente durante toda la vida de Jesús, y los evangelistas la
reflejan muchas veces (Mateo 18, Mateo 23, Marcos 9, Lucas 9, Lucas 22).
La respuesta de
Jesús es siempre la misma: «el que sea el mayor, que sirva al más pequeño” …
Todo esto culmina de forma espectacular en la escena que se ha considerado como
«el testamento» de Jesús, narrado por Juan (13,1-17), cuando al principio de la
última cena Jesús lava los pies a los discípulos, como un esclavo
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte". Él les dijo: "Qué es lo que desean?". Le respondieron: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les replicó: "No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con el que yo seré bautizado?". Le respondieron: "Sí podemos". Y Jesús les dijo: "Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con el que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado".
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra
Santiago y Juan. Jesús los reunió entonces a los Doce y les dijo: "Ya
saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y
los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el
que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser
el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha
venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de
todos".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, nuevamente, Jesús trastoca nuestros
esquemas. Provocadas por Santiago y Juan, han llegado hasta nosotros estas
palabras llenas de autenticidad: «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser
servido, sino a servir y a dar su vida».
¡Cómo nos gusta estar bien servidos! Pensemos, por
ejemplo, en lo agradable que nos resulta la eficacia, puntualidad y pulcritud
de los servicios públicos; o nuestras quejas cuando, después de haber pagado un
servicio, no recibimos lo que esperábamos. Jesucristo nos enseña con su
ejemplo. Él no sólo es servidor de la voluntad del Padre, que incluye nuestra
redención, ¡sino que además paga! Y el precio de nuestro rescate es su Sangre,
en la que hemos recibido la salvación de nuestros pecados. ¡Gran paradoja ésta,
que nunca llegaremos a entender! Él, el gran rey, el Hijo de David, el que
había de venir en nombre del Señor, «se despojó de su grandeza, tomó la
condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…) haciéndose obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz». ¡Qué expresivas son las
representaciones de Cristo vestido como un Rey clavado en cruz! En España
tenemos muchas y reciben el nombre de “Santa Majestad”. A modo de catequesis,
contemplamos cómo servir es reinar, y cómo el ejercicio de cualquier autoridad
ha de ser siempre un servicio.
Jesús trastoca de tal manera las categorías de este
mundo que también resitúa el sentido de la actividad humana. No es mejor el
encargo que más brilla, sino el que realizamos más identificados con Jesucristo-siervo,
con mayor Amor a Dios y a los hermanos. Si de veras creemos que «nadie tiene
amor más grande que quien da la vida por sus amigos», entonces también nos
esforzaremos en ofrecer un servicio de calidad humana y de competencia profesional
con nuestro trabajo, lleno de un profundo sentido cristiano de servicio. Como
decía Santa Teresa de Calcuta: «El fruto de la fe es el amor, el fruto del amor
es el servicio, el fruto del servicio es la paz».
Para la reflexión personal
a)
¿Qué dice Jesús de sí mismo en el evangelio de hoy?
b) «¿Qué quieren que haga por
ustedes?». Si Jesús nos preguntara hoy esto a nosotros, ¿Qué responderíamos?
c)
¿Cómo vivimos nuestro cristianismo? ¿Desde el poder, los privilegios...
o desde el servicio a los demás?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, su ayuda.
Madre mía, esclava del Señor:
tú también quieres lo mejor para mí, y se lo pides a tu Hijo, como madre buena.
Lo mejor para mí es parecerme a Jesús en todo. Él se anonadó tomando la forma
de siervo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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