+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
“Vende lo que
tienes”.
Este es el inevitable punto de partida. Buscar a toda costa la libertad de todo
lo que mantiene esclavizada a la persona. Cada uno sabe qué es lo que le
mantiene atado.
“Dale el dinero a
los pobres”.
He aquí el itinerario. No basta con desprenderse. También lo hacen los que
quieren renovar su guardarropa. Hay que comprometerse con la suerte de los
pobres, hacer su camino, y luchar por terminar con la pobreza.
“Y sígueme”. Esta es la razón
de todo el proceso. No se abandona todo por nada. Se deja algo por Alguien. Es
cuestión de establecer una jerarquía de valores y dejarse llevar por el amor
del que nos ha amado primero (José-Román Flecha).
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30
En aquel tiempo,
cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló
ante Él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la
vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes,
honrarás a tu padre y a tu madre".
Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme". Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su
alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a
los ricos entrar en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron
sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: "Hijitos, ¡qué difícil
es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil
le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el
Reino de Dios".
Ellos se asombraron
todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿Quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: "Es imposible para los hombres, mas
no para Dios. Para Dios todo es posible".
Entonces Pedro le
dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para
seguirte".
Jesús le respondió:
"Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o
padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir,
en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y
tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy vemos cómo Jesús —que nos ama— quiere
que todos entremos en el Reino de los cielos. De ahí esta advertencia tan
severa a los “ricos”. También ellos están llamados a entrar en él. Pero sí que
tienen una situación más difícil para abrirse a Dios. Las riquezas les pueden
hacer creer que lo tienen todo; tienen la tentación de poner la propia
seguridad y confianza en sus posibilidades y riquezas, sin darse cuenta de que
la confianza y la seguridad hay que ponerlas en Dios. Pero no solamente de
palabra: qué fácil es decir «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío», pero qué
difícil se hace decirlo con la vida. Si somos ricos, cuando digamos de corazón
esta jaculatoria, trataremos de hacer de nuestras riquezas un bien para los
demás, nos sentiremos administradores de unos bienes que Dios nos ha dado.
Acostumbro a ir a Venezuela a una misión, y allí
realmente —en su pobreza, al no tener muchas seguridades humanas— las personas
se dan cuenta de que la vida cuelga de un hilo, que su existencia es frágil.
Esta situación les facilita ver que es Dios quien les da consistencia, que sus
vidas están en las manos de Dios. En cambio, aquí —en nuestro mundo consumista—
tenemos tantas cosas que podemos caer en la tentación de creer que nos otorgan
seguridad, que nos sostiene una gran cuerda. Pero, en realidad —igual que los
“pobres”—, estamos colgando de un hilo. Decía la Madre Teresa: «Dios no puede
llenar lo que está lleno de otras cosas». Tenemos el peligro de tener a Dios
como un elemento más en nuestra vida, un libro más en la biblioteca;
importante, sí, pero un libro más. Y, por tanto, no considerarlo en verdad como
nuestro Salvador.
Pero tanto los ricos como los pobres, nadie se puede
salvar por sí mismo: «¿Quién se podrá salvar?», exclamarán los discípulos.
«Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para
Dios», responderá Jesús. Confiémonos todos y del todo a Jesús, y que esta
confianza se manifieste en nuestras vidas.
Para la reflexión personal
En el evangelio de hoy Jesús nos invita a dejarlo todo y
seguirlo. El premio: la vida eterna. Ahora bien, desde nuestra libertad podemos
responder «no», como el hombre rico.
a)
¿Qué cosas, situaciones... nos impiden seguir a Jesús?
b) ¿Cómo es nuestra generosidad con los
más pobres?
c)
¿Qué mensaje de esperanza encierra el texto al hablar de la
recompensa futura?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, su ayuda.
Madre mía:
el desprendimiento total cuesta mucho, pero sé que es necesario tener el
corazón libre, para que pueda cumplir bien con mi ministerio.
Me sirve
mucho pensar en Jesús en la Cruz, desprendido de todo.
Ayúdame y
enséñame a sacar fuerzas de la celebración de la Santa Misa, para imitar al
Maestro también en eso.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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