+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
leyendo hoy el evangelio, me dan ganas de decirte: hazme pequeño, como ese
granito de mostaza. No quiero presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer
mucho. Quiero presumir de mi pequeñez. Y eso es lo que te ofrezco: “eso poquito
que hay en mí”. Tú, Dios Padre, sabrás que vas a edificar “con lo poco que
soy”.
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21
En
aquel tiempo, Jesús dijo: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué
podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su
huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en
sus ramas".
Y
dijo de nuevo: "¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura
que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la
masa".
Palabra del Señor.
Reflexión
El Reino de Dios es semejante a una semilla de
mostaza. Esta semilla es muy común en Palestina, de modo particular junto al
lago de Galilea. Es conocida por su singular pequeñez. En Lc 17,6 Jesús usa
esta imagen para expresar su esperanza de que sus discípulos tengan un mínimo
de fe: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza…”. Esta parábola tan sencilla
compara dos momentos de la historia de la semilla: cuando es enterrada (los
inicios modestos) y cuando se hace un árbol (el milagro final). Por tanto, la
función del relato es explicar el crecimiento extraordinario de una semilla que
se entierra en el propio jardín, a lo que sigue un crecimiento asombroso al
hacerse un árbol. Al igual que esta semilla, el Reino de Dios tiene también su
historia: el Reino de Dios es la semilla enterrada en el jardín, lugar que en
el Nuevo Testamento indica el lugar de la agonía y de la sepultura de Jesús (Jn
18,1.26; 19.41); sigue después el momento del crecimiento en el que llega a ser
un árbol abierto a todos.
¿Qué nos dicen a nosotros estas dos parábolas?
El Reino de Dios, comparado por Jesús a una semilla que se convierte en árbol,
nos acerca a la historia de Dios como la historia de su Palabra: está escondida
en la historia humana y va creciendo; Lucas piensa en la Palabra de Jesús (el
reino de Dios está en medio de vosotros) que ya está creciendo pero que todavía
no se ha convertido en árbol. Jesús y el Espíritu Santo están dando soporte a
este crecimiento de la palabra. La imagen de la levadura completa el cuadro de
la semilla. La levadura es el Evangelio que actúa en el mundo, en la comunidad
eclesial y en cada creyente.
Para la reflexión
personal
a) ¿Puedo
ver en mi persona las cosas buenas y malas que en mi crecimiento fueron
sembradas?,
b) ¿Soy
como el arbusto que extiende sus ramas, sus manos para dar cuidado, cobijar a
quienes me rodean?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Dios
mío, te doy gracias por las cosas buenas que fueron sembradas en mi corazón, y
que hoy, me dan alegría cuando soy capaz de extender la mano para ayudar, para
abrigar a quien me es posible, y también te pido que saques de mi corazón
aquellas que no son buenas, que me limitan y minoran mi alegría. Te veo, te
escucho, gracias por tu misericordia y te quiero seguir.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
Bajo tu amparo nos
acogemos,
Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas
en las
necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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