sábado, 19 de octubre de 2019

Domingo con el Señor: Enséñame a orar con insistencia.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.


Del santo Evangelio según san Lucas: 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ".
Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"
Palabra del Señor.


Reflexión

Los evangelios nos presentan una imagen de Jesús que ora, que vive en contacto permanente con el Padre. La aspiración de vida de Jesús es hacer la voluntad del Padre (Jn 5,19).
Lucas es el evangelista que nos dice más cosas sobre la vida de oración de Jesús. Nos presenta a Jesús en constante oración. Jesús oraba mucho e insistía, para que la gente y sus discípulos hiciesen lo mismo.
Y es en el confrontarse con Dios donde aparece la verdad y la persona se encuentra consigo misma en toda su realidad y humildad.
Para Jesús, la oración estaba íntimamente unida a su vida, a los hechos concretos, a las decisiones que debía tomar. Para ser fiel al proyecto del Padre, trataba de permanecer a solas con Él.
De escucharlo. En los momentos difíciles y decisivos de su vida, Jesús rezaba los Salmos. Como cualquier otro judío piadoso, los conocía de memoria.
La recitación de los salmos no apagó en Él el espíritu creativo. Al contrario, Jesús inventa él mismo un salmo: Es el Padre Nuestro.
Su vida fue una plegaria perenne.
Como Jesús, rezan en casa, en familia, en la comunidad, en la sinagoga y junto a la gente en el templo.
La raíz de esta nueva oración nace de la nueva experiencia de Dios en Jesús y de la conciencia clara y profunda de la presencia de Dios en medio de la comunidad.

Para la reflexión personal

a)   En mi vida, ¿cuánto tiempo dedico a la oración, a la comunicación con Dios?

b)   ¿Estoy convencido que orar con mayor fervor, puede ayudarme a mí a conocer más los planes que Dios tiene para mí?

c)   ¿Tengo verdadera confianza en que Dios puede librarme de todos los males?

d)   ¿Hasta dónde yo me pongo en las manos del Señor, o quiero ser justiciero a mi manera?


Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.



ES TU MOMENTO CON DIOS. ORA!



Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


¡Oh Corazón Inmaculado de María!, lleno de bondad, muéstranos tu amor por nosotros.
Haz que la llama de tu Corazón descienda sobre todos los hombres.
Imprime el amor verdadero en nuestros corazones.
Haz que nuestros corazones tengan un deseo continuo de ti.
Acuérdate de nosotros cuando estemos en pecado.
Tú sabes que todos los hombres pecamos.
Por medio de tu Corazón Inmaculado y Materno, haz que seamos sanados de toda enfermedad espiritual.
Haznos capaces de contemplar la bondad de tu Corazón Maternal, a fin de que podamos convertirnos por la llama de tu Corazón.
Amén.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

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