+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
¡Ven
Espíritu Santo y llena mi mente y corazón de la Verdad! Enciende en mí el fuego
de tu amor y ayúdame especialmente en este momento de oración.
Del santo Evangelio según san Lucas: 12, 8-12
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que a todo
aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá
abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me
niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.
A todo
aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a
aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando
los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de
cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará
en aquel momento lo que convenga decir".
Palabra del Señor.
Reflexión
El recorrido por el capítulo
11 tiene como característica encontrarse con la enseñanza de Jesús que le
revela la intimidad de Dios, la misericordia del corazón de Dios, pero también
la verdad de su ser como hombre.
Sin embargo, en el capítulo
12 Jesús contrapone al corazón pervertido del hombre la benevolencia de Dios,
que siempre da de manera sobreabundante. Está en juego la vida del hombre.
Hay que estar atento a
la perversión del juicio humano, o mejor, a la hipocresía que distorsiona los
valores para sólo favorecer el propio interés y las propias ventajas más que
para interesarse por la vida, la que se recibe de manera gratuita. La palabra
de Jesús dispara al lector un interrogante sobre cómo afrontar la cuestión de
la vida: el hombre será juzgado por su comportamiento ante los peligros.
Hay que preocuparse no
tanto de los que pueden “matar el cuerpo”, sino tener en el corazón el temor de
Dios que juzga y corrige.
Jesús no promete a los
discípulos que se ahorrarán las amenazas y las persecuciones, pero les asegura
la ayuda de Dios en el momento de la dificultad.
1) Reconocer: Es a lo que Dios te invita. Solo él puede hacer maravillas en
tu vida y puede saciarte. Es desde allí, en donde te conviertes en testigo. Es
ser un enamorado de la vida, porque es él mismo, la vida. Cuando Dios toca tu
corazón y lo descubres, te conviertes no
en un religioso o fanático religioso, sino más bien en un enamorado de la vida,
en donde percibes incluso eso pequeño de Dios que hay en el otro y en los
otros.
2) El Espíritu Santo: Es respetar la obra de Dios que hay en el otro.
El Espíritu Santo da vida porque es esa brisa suave que acaricia tu rostro. No
podemos olvidarnos que nuestra vida y nuestra Iglesia se mueven en el Espíritu,
hoy tú eres un don para el otro.
3) Testigos de Esperanza: Es a esto a lo que hoy estamos invitados a
construir. Que sí se puede, que la grandeza de todo está en reconocer la obra
de Dios en todo. Ser testigo de vida, en
una cultura de muerte. Ser testigo de comunión, en un mundo individualista.
Ser sonrientes, ante una sociedad que
marca la tristeza. Ser una ayuda para el otro porque vales y sabes que puedes
ayudar al otro.
Para la
reflexión personal
a) ¿Eres
consciente de que ser cristiano reclama afrontar dificultades, insidias y
peligros, hasta el punto de arriesgar la propia vida para dar testimonio de la
amistad personal con Jesús?
b) ¿Te
avergüenzas de ser cristiano? ¿Prefieres el juicio de los hombres, su
aprobación, o el hecho de no perder tu amistad con Cristo?
Medita la oración hecha
canción.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
Señora y Madre nuestra, Virgen
Santa María, Reina de la Paz, Protectora de nuestra patria:
Venimos hasta ti para rogarte
por la paz.
La Paz que el mundo busca sin
encontrar.
La Paz que tu Hijo Jesucristo
vino a traernos.
La Paz cuya única fuente
verdadera es Cristo Jesús.
Rogamos que intercedas por
nosotros para que nos abramos a la paz que viene de Dios.
La paz que es fruto de la
justicia; que tiene como alma el amor a Dios y al prójimo.
Paz que exige que el hombre
renuncie a la envidia y a la ambición, al orgullo y al egoísmo.
Acudimos a ti para que esa paz
que Dios nos ofrece en Jesús, la recibamos, la conservamos y la llevemos al
mundo.
Ayúdanos para que seamos
artífices de la Paz.
Que tu maternal auxilio nos haga
valientes, pacientes y eficaces para comprometernos a trabajar por la justicia,
fundamento de la paz que todos necesitamos.
Nuestra Señora de la Paz, ruega
por nosotros.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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