viernes, 4 de octubre de 2019

Nuestros nombres escritos en el Cielo!


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial


Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido que me acompañes particularmente en este momento de oración. Ayúdame para que la luz de tu verdad ilumine mi vida.


Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre". Él les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo".
En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Palabra del Señor.

Reflexión

Anteriormente, Jesús había enviado a setenta y dos discípulos, ahora éstos vuelven y le comentan su acción.
Puede constatarse que el éxito de la misión se debe a la experiencia de la superioridad, o mejor, de la supremacía del nombre de Jesús respecto a las potencias del mal.
La caída de Satanás coincide con la llegada del Reino: los discípulos lo han visto al realizar la misión. Las fuerzas demoníacas han quedado debilitadas: los demonios se someten al poder del nombre de Jesús.
Pero este convencimiento no puede ser el fundamento de su alegría y del entusiasmo de su testimonio misionero; la alegría tiene sus raíces profundas en el hecho de ser conocidos y amados por Dios. Esto no quiere decir que la protección de Dios y la relación con él nos sitúen siempre en ventaja ante las fuerzas demoníacas.
El poder de Jesús es un poder que nos hace experimentar el éxito ante el poder diabólico y nos protege.
Un poder que sólo puede ser transmitido cuando Satanás es derrotado. Jesús ha asistido a la caída de Satanás, aunque aún no ha sido derrotado definitivamente.
Ellos están seguros de su victoria, aunque vivan en situación crítica: participan de la victoria en la comunión de amor con Cristo aunque son probados en el sufrimiento y el la muerte. Sin embargo, el motivo de la alegría no está en la seguridad de salir indemnes, sino en el hecho de ser amados por Dios. La expresión de Jesús “sus nombres están escritos en el cielo” atestigua que el estar presente en el corazón de Dios (la memoria) garantiza la prolongación de nuestra vida en la dimensión de la eternidad.
El éxito de la Palabra de Gracia en la misión de los setenta y dos, vivida como designio del Padre y en comunión con la resurrección del Hijo, es desde ahora revelación de la bondad del Padre; la misión se convierte en un espacio para revelar la voluntad de Dios en el tiempo humano.
En la oración que Jesús dirige al Padre guiado por la acción del Espíritu, se especifica que “se llenó de gozo”, expresando la apertura al gozo mesiánico y proclamando la benevolencia del Padre. Se hace evidente en los pequeños, en los pobres y en los que no cuenta para nada, porque ellos han escuchado la palabra anunciada por los enviados y de esta manera acceden a la relación entre las personas divinas de la Trinidad. Sin embargo, los sabios y doctos, en su seguridad, se complacen en su competencia intelectual y teológica. Esta actitud les impide entrar en el dinamismo dado por Jesús a la salvación.

La enseñanza que Lucas pretende transmitir a cada creyente, e igualmente a las comunidades eclesiales, se podría sintetizar así: la humildad abre a la fe; la suficiencia de las propias seguridades cierra al perdón, a la luz, a la benevolencia de Dios.
La oración de Jesús tiene sus efectos sobre todos los que acogen la benevolencia del Padre y se dejan envolver por ella.

Qué lindo es cuando uno encuentra la felicidad en Dios, es bello verte con la sonrisa, saber que la comunidad cristiana te quiere feliz. Yo sólo quiero que seas feliz, el medio… bueno eso ya depende de ti con Dios.
Pero, ánimo, que Jesús en el confesionario siempre te espera y te recuerda siempre en la fórmula de la absolución: “…te concedo por el Ministerio de la Iglesia el perdón y la paz.”
Hoy busquemos juntos el perdón y la paz, porque ¡hasta el cielo no paramos!


Para la reflexión personal


a)   La misión de ser portadores de la vida de Dios a los demás comporta un estilo pobre y humilde. ¿Está tu vida atravesada por la vida de Dios, de la Palabra de gracia que viene de Jesús?


b)   ¿Tienes confianza en la llamada de Dios y en su poder, que busca manifestarse a través de la simplicidad, de la pobreza y de la humildad? 

Medita y piensa en San Francisco, el menor, entre los menores.



Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María con la oración de San Francisco a nuestra Madre.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

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